
9 de agosto de 2025 a las 13:25
El último abrazo a Felipe
La brutalidad del crimen ha conmocionado a Murcia y al mundo entero. Un hijo, junto a su hermana, arrebatándole la vida a su propio padre a golpes en su lugar de trabajo, su tienda de ropa en Molina de Segura. Las imágenes, captadas por las cámaras de seguridad, son escalofriantes y muestran la ferocidad del ataque. Un testimonio gráfico y desgarrador de los últimos momentos de Felipe Hernández, un hombre de 64 años que, según testimonios, estaba a punto de celebrar su cumpleaños y jubilarse, un futuro truncado por la violencia inimaginable de sus propios hijos.
El eco de sus últimas palabras, "mis hijos me han pegado", pronunciadas ante la mirada atónita de María José, una vecina que acudió en su auxilio, resuena con la crudeza de una tragedia familiar. Unas palabras que confirman lo que las grabaciones muestran: la impiedad de un acto que desafía los lazos más fundamentales de la sociedad.
La investigación policial, que continúa su curso, revela una historia de conflictos familiares enquistados. No se trata de un hecho aislado, sino de un patrón de violencia que se repetía. El robo del teléfono móvil y las llaves de la vivienda, episodios previos al parricidio, dibujan un escenario de acoso y maltrato continuado por parte de sus hijos. Un odio sembrado, según el hermano de la víctima, José Hernández, por la ex esposa de Felipe, quien habría inculcado en sus hijos un resentimiento hacia su padre, argumentando problemas financieros tras la separación.
Las declaraciones de José Hernández añaden otra capa de complejidad a esta tragedia. "Mi hermano les dio todo cuanto tenía a ella y a ellos, solo quería que le dejaran en paz", afirma, pintando la imagen de un hombre que buscaba la tranquilidad tras separarse de su esposa hace 12 años, transfiriéndoles gran parte de su patrimonio con la esperanza de conseguirla. Una paz que nunca llegó.
La figura de Rosario, la madre presente en el lugar de los hechos, añade un elemento aún más perturbador. Su presencia, a pocos metros de la brutal agresión, plantea interrogantes sobre su papel en la tragedia. ¿Fue testigo pasiva o cómplice del crimen? Las autoridades continúan investigando su participación en los hechos.
Mientras tanto, la comunidad de Molina de Segura se encuentra conmocionada. Velas y rosas adornan la entrada de la tienda de Tejidos Hernández, un silencioso homenaje a la vida arrebatada. Familiares y amigos exigen justicia para Felipe, un hombre que, a las puertas de su jubilación, vio su futuro truncado por la violencia más inesperada, la que provenía de su propia sangre. El caso continúa abierto, dejando una profunda herida en la sociedad y planteando preguntas incómodas sobre la desintegración familiar y la violencia en el seno del hogar. ¿Qué lleva a un hijo a cometer semejante atrocidad? ¿Cómo podemos, como sociedad, prevenir tragedias como esta?
Fuente: El Heraldo de México