
9 de agosto de 2025 a las 09:20
Descubre la magia de Barcelonnette
La Ciudad de México, en el ya lejano 1844, bullía con una novedad que corría de boca en boca, despertando la curiosidad y el interés de sus habitantes: la apertura de un nuevo tipo de almacén de ropa, La Ciudad de Londres. Imaginen la sorpresa de los capitalinos, acostumbrados a los tradicionales cajones de madera repletos de telas, ropa, lencería y hasta libros, al encontrarse con un mostrador que rompía con todos los cánones establecidos. Doña Pomposa y Don Catrín, como buenos miembros de la sociedad, no podían quedarse atrás. Animados por los relatos de sus amigos, Doña Pretenciosa y Don Crecido, sobre esta innovadora tienda, decidieron aventurarse a conocerla. El cambio era drástico. La experiencia de compra se transformaba ante sus ojos, dejando atrás la familiaridad de los cajones por un ambiente moderno y sofisticado.
La llegada de La Ciudad de Londres marcó un hito en la historia del comercio en México. Édouard Gassier y sus socios, visionarios franceses, habían sembrado la semilla de lo que se convertiría en una revolución en la forma de comprar. No eran meros comerciantes, sino precursores de una nueva era. El joven Joseph Ollivier, recién llegado a México en 1850, encontró en La Ciudad de Londres no solo un empleo, sino la base de su futura fortuna, como relata la investigadora Leticia Gamboa Ojeda en el prólogo del libro "Un Gran Patrón Barcelonnette en México". Este dato nos revela la importancia y el impacto que tuvo este establecimiento en la vida de muchos.
La influencia de los Barcelonnettes, como Ollivier, en el desarrollo del comercio en México es innegable. Hira de Gortari Rabiela y Regina Hernández Franyuti, en su obra "La Ciudad de México y el Distrito Federal: Una Historia Compartida", destacan cómo estos inmigrantes impulsaron la creación de las grandes casas comerciales a finales del siglo XIX. Almacenes como El Palacio de Hierro, Al Puerto de Veracruz, La Francia Marítima, El Centro Mercantil, La Sorpresa, Las Fábricas Universales, y por supuesto, La Ciudad de Londres, surgieron inspirados en los almacenes parisinos de renombre, ofreciendo a sus clientes una experiencia de compra completamente novedosa.
La historia de estos almacenes se entrelaza con la llegada de los primeros Barcelonnettes a México. Émile Chabrand, en su libro "De Barceloneta a la República Mexicana", nos cuenta la historia de Arnaud, el pionero que llegó en 1821, tras cerrar su hilatura de seda en Jausiers. Su asociación con Maillefert y la fundación del "Cajón de Ropa de las Siete Puertas" en la calle Porta Coelli, sientan un precedente importante para el desarrollo del comercio que se avecinaba.
Ante esta vorágine de novedades y la constante invitación al consumo que representaban los escaparates, Don Salvador Novo, con su aguda pluma, nos invita a reflexionar, en su ensayo "De las ventajas de no estar a la moda", sobre el encanto de desconectarse de la actualidad palpitante, de las presiones de estar al día con las últimas tendencias. Una perspectiva que cobra especial relevancia en un contexto de constante cambio y bombardeo publicitario. ¿Es posible resistirse a la tentación de los nuevos trajes, de los libros recién publicados, de la incesante invitación al consumo? Novo nos propone, al menos por un momento, el placer de la desconexión, de la indiferencia ante la moda y la actualidad. Una pausa necesaria para apreciar lo que realmente importa.
Fuente: El Heraldo de México