Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Política Internacional

8 de agosto de 2025 a las 09:30

Supera la Claudicación

El silencio ensordecedor que envuelve la tragedia de Gaza es quizás más aterrador que las propias bombas. Mientras la maquinaria de la muerte avanza implacable, triturando vidas y esperanzas, el mundo observa con una indiferencia que hiela la sangre. No se trata de un conflicto, sino de un exterminio metódico, una hambruna orquestada con precisión quirúrgica, donde el alimento, el agua, la medicina, se convierten en armas de guerra. Millones de seres humanos, la inmensa mayoría niños, atrapados en una ratonera a cielo abierto, sin escapatoria, condenados a una muerte lenta y agónica. ¿Y nosotros? ¿Qué hacemos mientras la infancia de Gaza se desvanece entre escombros y desesperación? Nos refugiamos en la cómoda distancia de la “complejidad”, en la falsa equidistancia que pretende igualar al verdugo con la víctima. Hablamos de “proporcionalidad” como si se tratara de un juego de ajedrez, mientras la vida de un pueblo entero se apaga.

La responsabilidad de esta barbarie recae, sin duda, sobre el gobierno israelí, que ha optado por la inhumanidad como política de Estado. Pero también sobre Estados Unidos, su cómplice necesario, que financia y blinda esta masacre en los foros internacionales. Y sobre nosotros, los ciudadanos del mundo, que con nuestra pasividad nos convertimos en cómplices silenciosos. Cada imagen que llega desde Gaza, cada testimonio de sufrimiento, es una acusación directa a nuestra conciencia. Son el reflejo de nuestra incapacidad para construir un mundo justo y solidario. ¿Cómo podremos mirarnos al espejo sabiendo que permanecimos impasibles mientras un pueblo era borrado del mapa?

No podemos seguir escudándonos en la complejidad del conflicto. La complejidad no puede ser sinónimo de inacción. No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras se pisotea la dignidad humana. No podemos permitir que el hambre se convierta en un instrumento político. No podemos aceptar que la muerte de niños se convierta en una estadística más. Este no es un conflicto entre israelíes y palestinos, es un ataque a la esencia misma de nuestra humanidad. Es la negación de nuestro derecho a la vida, a la dignidad, a la esperanza.

El silencio nos convierte en cómplices. La indiferencia nos hace monstruosos. Es hora de alzar la voz, de exigir el fin de esta barbarie, de romper el cerco que ahoga a Gaza. Es hora de recordar que la humanidad no se define por la nacionalidad, la religión o la ideología, sino por nuestra capacidad de empatía, por nuestra solidaridad con el que sufre. Es hora de demostrar que todavía somos capaces de indignarnos, de luchar por un mundo donde la vida, y no la muerte, tenga la última palabra. El futuro de Gaza, el futuro de la humanidad, está en juego. No podemos fallarles. No podemos fallarnos.

Fuente: El Heraldo de México