
8 de agosto de 2025 a las 05:15
Morelense fingió su desaparición y acaba en la cárcel
La historia de Malki Sulem “N” nos confronta con la compleja realidad de la delincuencia en Morelos. Lo que inicialmente parecía una trágica desaparición, un caso que seguramente conmovió a la comunidad y generó angustia entre sus seres queridos, se transformó en una historia de crimen y castigo. La joven de 25 años, cuya imagen probablemente circuló en redes sociales y medios locales como una persona ausente, resultó ser la protagonista de un caso de extorsión que culminó con una sentencia de 15 años de prisión. Imaginen la sorpresa, el desconcierto y quizás la decepción de quienes la buscaron, al descubrir la verdad detrás de su ausencia.
Este caso, más allá del sensacionalismo, nos invita a reflexionar sobre las circunstancias que pueden llevar a una persona a delinquir. ¿Qué motivó a Malki Sulem “N” a embarcarse en este camino? ¿Fue la desesperación, la influencia de un entorno adverso, o la simple codicia? Son preguntas que quedan flotando en el aire, sin respuestas fáciles. La falta de información sobre su vida personal y su contexto dificulta la comprensión de sus acciones, pero nos recuerda que detrás de cada acto delictivo hay una historia, una serie de factores que contribuyen a la toma de decisiones equivocadas.
La utilización de WhatsApp y llamadas telefónicas para intimidar a la víctima pone de manifiesto cómo la tecnología, que en teoría debería facilitar la comunicación y acercar a las personas, también puede ser utilizada como una herramienta para el crimen. La facilidad y el anonimato que ofrecen estas plataformas digitales se convierten en un arma de doble filo, permitiendo a los extorsionadores operar con mayor impunidad y generando un sentimiento de vulnerabilidad en la población.
La sentencia de 15 años dictada por el Tribunal de Enjuiciamiento, además de la multa y la reparación del daño, envía un mensaje claro: la justicia no tolera la extorsión. Sin embargo, la lucha contra este delito no se limita a la aplicación de la ley. Es fundamental abordar las causas subyacentes que lo propician, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.
Morelos, lamentablemente, se encuentra en el ojo del huracán en lo que respecta a la extorsión. Ocupar el tercer lugar a nivel nacional en este delito, solo por detrás de Guanajuato y el Estado de México, es una estadística alarmante que exige una respuesta contundente por parte de las autoridades. El incremento del 117% en los casos de extorsión entre 2024 y 2025 es una señal inequívoca de que las estrategias actuales no están funcionando y que se necesita un enfoque más integral para combatir este flagelo.
La exhortación de las autoridades a la población para que denuncie y colabore en la lucha contra la delincuencia es fundamental. La participación ciudadana es clave para romper el ciclo de impunidad y generar un ambiente de seguridad y confianza. Denunciar no solo ayuda a llevar a los criminales ante la justicia, sino que también contribuye a la generación de información valiosa para las autoridades, permitiéndoles identificar patrones, modus operandi y zonas de mayor incidencia delictiva.
El caso de Malki Sulem “N” es un recordatorio de la complejidad del problema de la delincuencia y la necesidad de abordarlo desde múltiples perspectivas. No se trata solo de castigar a los culpables, sino también de prevenir que nuevas personas caigan en las redes del crimen. La educación, la creación de oportunidades y el fortalecimiento del tejido social son piezas fundamentales en este rompecabezas. Solo a través de un esfuerzo conjunto entre autoridades y sociedad podremos construir un Morelos más seguro y justo para todos.
Fuente: El Heraldo de México