
8 de agosto de 2025 a las 13:45
Hijo mata a padre a golpes en su tienda
La tragedia que ha conmocionado a Murcia nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la complejidad de las relaciones familiares. El brutal asesinato de Felipe Hernández a manos de sus propios hijos nos deja perplejos y con un profundo sentimiento de tristeza. Más allá de la crudeza de las imágenes captadas por las cámaras de seguridad, que muestran la violencia desmedida del ataque, se esconde una historia familiar llena de claroscuros que, si bien no justifican el acto, nos permiten vislumbrar el posible caldo de cultivo del resentimiento que culminó en este terrible desenlace.
Las declaraciones del hijo mayor, Felipe, intentando minimizar su responsabilidad al afirmar que solo propinó un golpe a su padre, contrastan dramáticamente con la evidencia visual. Patadas, empujones, una violencia inusitada que acabó con la vida de un hombre de 64 años en plena calle, ante la mirada impotente de los vecinos que intentaron socorrerlo. La formación académica del presunto agresor, licenciado en Derecho y Administración de Empresas, y de su hermana, graduada en Enfermería y Medicina, añade una capa adicional de desconcierto a esta tragedia. ¿Cómo es posible que jóvenes con una educación superior, presumiblemente con un futuro prometedor, lleguen a cometer un acto tan atroz?
Las palabras del hermano de la víctima, José Hernández, apuntan a una posible respuesta. Señala a la ex esposa de Felipe y madre de los presuntos asesinos como la principal responsable de sembrar el odio hacia su padre en el corazón de sus hijos. Habla de ridiculización, de ninguneo, de un trato vejatorio que se extendió durante años. Una manipulación constante que, según su testimonio, habría envenenado la relación paterno-filial hasta límites insospechados. Si bien es cierto que la separación de la pareja se produjo hace 12 años, la sombra de la ex esposa parece seguir proyectándose sobre la vida de sus hijos, quienes, según José, aún permanecen bajo su influencia.
La mención de los "13 o 14 inmuebles" cedidos por Felipe a su ex mujer y a sus hijos antes de la separación introduce un nuevo elemento en la ecuación. Si bien el hijo mayor alega problemas financieros de su madre, la existencia de este patrimonio inmobiliario genera interrogantes. ¿Se trata de una estrategia para justificar el resentimiento hacia el padre? ¿O existe una verdadera situación de necesidad económica que ha contribuido a alimentar la ira de los hijos?
Este caso nos confronta con la necesidad de abordar la problemática de la violencia intrafamiliar desde una perspectiva multidimensional. No se trata solo de condenar el acto en sí mismo, sino de comprender las complejas dinámicas que se tejen en el seno de las familias y que pueden desembocar en tragedias como esta. La educación emocional, la mediación familiar y el acceso a recursos psicológicos son herramientas fundamentales para prevenir la violencia y construir relaciones familiares sanas. El asesinato de Felipe Hernández es un llamado a la reflexión y a la acción para que tragedias como esta no se repitan. Es un recordatorio de la importancia del respeto, la comunicación y la empatía en el núcleo familiar, valores esenciales para una convivencia pacífica.
Fuente: El Heraldo de México