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8 de agosto de 2025 a las 12:25

Fernandito: La deuda que le costó la vida.

La tragedia que ha conmocionado a la comunidad de Los Reyes La Paz nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la oscuridad que puede acechar en los corazones humanos. El secuestro y posterior homicidio del pequeño Fernando, de tan solo 5 años, a manos de quienes se supone debían ser adultos responsables, nos deja un profundo sentimiento de tristeza e indignación. ¿Cómo es posible que una deuda de mil pesos, una cantidad que para muchos podría representar un gasto insignificante, se convierta en el detonante de un acto tan atroz?

Este caso pone de manifiesto la grave problemática del agiotismo y la violencia que lo acompaña. Prestamistas que operan al margen de la ley, aprovechándose de la vulnerabilidad económica de las personas, imponiendo intereses abusivos y recurriendo a métodos de cobro intimidatorios. Marcelina, la madre de Fernando, se vio atrapada en esta red de usura, buscando una solución a sus problemas financieros, sin imaginar que el precio a pagar sería tan alto. La desesperación la llevó a pedir un préstamo a quienes, sin escrúpulos, vieron en su hijo una garantía de pago, una “prenda” que les aseguraría el cobro de su dinero.

La detención de los tres implicados, Carlos, Ana Lilia y Lilia, es un primer paso hacia la justicia. Es imperativo que se realice una investigación exhaustiva y que se les aplique todo el peso de la ley. No podemos permitir que la impunidad se imponga en un caso tan conmovedor. La sociedad exige justicia para Fernandito, un niño inocente cuya vida fue arrebatada de la manera más cruel e injusta.

Más allá del castigo a los responsables, este caso nos llama a la reflexión como sociedad. ¿Qué estamos haciendo para combatir la pobreza y la desigualdad que empujan a muchas personas a buscar soluciones desesperadas? ¿Cómo podemos fortalecer las redes de apoyo para que nadie se vea obligado a recurrir a prestamistas usureros? ¿Qué medidas podemos implementar para prevenir la violencia y proteger a los más vulnerables, especialmente a los niños?

La muerte de Fernando no puede ser en vano. Debemos convertir este dolor en un motor de cambio, en un llamado a la acción para construir una sociedad más justa, solidaria y segura para todos. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos exigir a las autoridades que se implementen políticas públicas efectivas que combatan la usura y protejan a las víctimas de la violencia. Asimismo, es fundamental fomentar la cultura de la denuncia y la solidaridad para que casos como el de Fernando no se repitan. Recordemos que la indiferencia también es cómplice de la injusticia. La memoria de Fernandito debe ser un recordatorio constante de la importancia de luchar por un mundo mejor para nuestros niños.

La imagen del pequeño Fernando, un niño lleno de vida, queda grabada en nuestra memoria como un símbolo de la inocencia perdida. Su ausencia deja un vacío irreparable en el corazón de su madre y de toda la comunidad. Que su historia nos inspire a trabajar juntos para construir un futuro donde ningún niño tenga que sufrir las consecuencias de la violencia y la desigualdad. La justicia para Fernando es justicia para todos.

Fuente: El Heraldo de México