
8 de agosto de 2025 a las 09:30
Deja los modales, ¡sé libre!
La búsqueda de un chocolate adecuado para maridar con whisky puede ser una verdadera odisea, créanme. Y más en una zona como Polanco, donde las tiendas de bienestar parecen escasear como el agua en el desierto. En mi infructuosa expedición, decidí refugiarme en uno de esos restaurantes emblemáticos de la zona, conocidos por su excelente carne asada, sus precios exorbitantes para vinos chilenos (un consejo de amigo: evítenlos como la peste) y su abundante fauna de mujeres jóvenes, atractivas y con un encantador acento venezolano o colombiano.
No, no, no se malinterpreten. Mi interés no residía en esa sección del restaurante, sino en la zona de fumadores. Allí, un grupo de diputados de Movimiento Ciudadano celebraba con una alegría desbordante. Rodeados por una botella de Rioja de un precio que haría llorar a cualquier economista sensato y un tomahawk de proporciones colosales, su júbilo era palpable. ¿Han visto esos videos en redes sociales donde un hipopótamo destroza una sandía de un solo mordisco, con la misma facilidad con la que uno se come un higo maduro? Pues la escena era similar.
"Esta es la alegría que nos ha traído la 4T", pensé. Me refería, por supuesto, a la alegría de liberarse del talibanismo de las buenas costumbres, esa aberración del aspiracionismo conservador. Ya saben, los modalitos, las etiquetas, la rigidez. En este, como en tantos otros aspectos, el camino nos lo mostró el Ex Quinto Presidente Más Popular del Mundo (EQPMPDM).
Él, si bien perdió la costumbre hacia el final de su glorioso sexenio (probablemente debido a una oclusión de harinas fritas y grasas animales), en sus inicios disfrutaba de la fritanga con la misma libertad gozosa que caracteriza al pueblo bueno: el trailero saboreando una pancita en la carretera, el profesor de la CNTE devorando un tamal con las manos después de una jornada de lucha sindical, el gobernador acercándose a un puesto de moronga sin temor a manchar su guayabera con salsa verde.
Tras el ejemplo del líder supremo con su cecina de Cuatro Vientos, sus tlayudas y sus gorditas zacatecanas, todos se dejaron llevar por la corriente. De pronto, todos querían inmortalizarse con los dedos manchados de taquito de tripa, con unas flautas rebosantes de crema, con una memela… Desde mi querido Martí, con sus quecas frías del tóper, hasta el mismísimo Doctor Monreal, indiferente al crujido de la fritura que disfrutaba frente a las cámaras.
Sí, por fin nos hemos liberado de la educación burguesa. Y no solo en la comida, también en la vestimenta. De hecho, aprovecho este espacio para ofrecer mis disculpas al compañero Serch. Mis críticas, aunque bienintencionadas, fueron quizás precipitadas. Camarada, si deseas ir a la playa con unos mocasines Ferragamo y un traje de baño hasta la rodilla, como en las fotos de los comunicados policiales, hazlo. Eres libre. "Libres somos, quiérannos libres", dice el poeta. "Querámonos libres", añadiría su Doctor.
Fuente: El Heraldo de México