
8 de agosto de 2025 a las 09:15
Asegura tu lugar: ¡El partido más caro!
La austeridad, palabra tan pregonada desde las altas esferas del partido en el poder, parece desvanecerse como un espejismo en el desierto cuando se contrasta con la realidad de sus finanzas y el estilo de vida de algunos de sus miembros. Treinta mil millones de pesos, una cifra que marea, han nutrido las arcas de Morena en la última década, convirtiéndolo, según algunos análisis, en el partido político más caro del mundo. Un dato que choca frontalmente con el discurso de la "humildad republicana" y las críticas a los excesos del pasado. ¿Dónde queda entonces la congruencia? ¿Se ha transformado la austeridad en un simple recurso retórico, una herramienta para conectar con las bases mientras en la cúpula se disfruta de los privilegios que tanto se condenaban?
Este abismal financiamiento, que ha ido en constante aumento desde los 650 millones de pesos en 2016 hasta los más de 4 mil 500 millones en 2025, genera interrogantes que merecen una respuesta clara y transparente. Si bien se puede argumentar que la operación de un partido a nivel nacional implica gastos considerables, incluyendo los sueldos de sus dirigentes y funcionarios, la opulencia que se percibe en algunos de sus miembros contradice flagrantemente el discurso oficial. El contraste es ineludible: mientras se pide a la militancia apretarse el cinturón, algunos parecen vivir en una constante primavera de viajes al extranjero y lujos que recuerdan, irónicamente, a la clase política que tanto se criticaba.
El dicho popular “candil de la calle, oscuridad en la casa” cobra vigencia en este contexto. Promesas incumplidas, como la donación del 50% de las prerrogativas para la compra de vacunas contra el Covid o para los damnificados del huracán Otis, propuestas por Mario Delgado durante su campaña a la dirigencia nacional de Morena, se suman a la lista de incongruencias que desdibujan la imagen de austeridad proyectada.
La defensa que algunos, como el senador Gerardo Fernández Noroña, hacen de estos viajes, argumentando que se realizan con recursos propios, no convence a quienes recuerdan las ácidas críticas que estos mismos personajes lanzaban contra funcionarios de gobiernos anteriores por acciones similares. ¿Acaso existen dos varas de medir? ¿Se aplica una moral para la oposición y otra para el partido en el poder? La doble moral se convierte en una sombra que amenaza con opacar los logros de la llamada Cuarta Transformación.
Es innegable el derecho de todo trabajador a disfrutar de vacaciones y a viajar si sus recursos se lo permiten. Sin embargo, la incongruencia radica en la contradicción entre el discurso y la práctica. Un movimiento que se ha nutrido de la crítica al lujo y la ostentación no puede permitirse caer en las mismas prácticas que antes condenaba.
Y aún más preocupante resulta la creciente tendencia a censurar las voces críticas que se alzan en redes sociales, señalando estas incongruencias y comportamientos antidemocráticos. La intolerancia a la crítica, el intento de silenciar a quienes cuestionan el poder, es un síntoma alarmante que recuerda a los regímenes autoritarios. La verdadera transformación debe estar abierta al debate, a la crítica constructiva, y no buscar acallar las voces disidentes con el peso del poder.
Fuente: El Heraldo de México