La trágica muerte de Laura Camila Blanco ha dejado una profunda herida en el corazón de Bogotá. A sus escasos 26 años, esta joven periodista tenía toda una vida por delante, llena de sueños, proyectos y metas que, lamentablemente, quedaron truncados la madrugada del 27 de julio. La versión oficial, relatada por su pareja Óscar Santiago Gómez, apunta a un suicidio. Según él, Laura Camila se lanzó desde el noveno piso de su apartamento en el edificio Salitre Living, en Barrios Unidos. Sin embargo, para la familia de Laura, esta explicación no se sostiene. Su madre, Cecilia Osorio, y su hermano, Johan Blanco, claman por una investigación exhaustiva, convencidos de que se trató de un feminicidio. Sus sospechas se basan en un historial de maltrato psicológico y físico que Laura Camila habría sufrido a manos de su novio.

“¿Una mujer llena de vida, con la alegría que la caracterizaba, decide terminar con todo de esa manera? Simplemente no nos cuadra”, declara Johan con la voz entrecortada en una entrevista. Recuerda a su hermana como una joven vibrante, apasionada por su carrera y con un futuro prometedor. “Si algo la atormentaba, siempre lo compartía con nosotros. Esta vez, no hubo señales, no hubo un aviso, nada que nos hiciera presagiar semejante tragedia”.

La noche del 26 de julio, Laura Camila celebró el grado universitario de su novio con una cena familiar. Un evento que, según su madre, transcurrió con normalidad. Después, la pareja regresó a su apartamento acompañada de algunos amigos de Óscar. Horas más tarde, se desató una fuerte discusión entre ellos en la habitación de Laura, que culminó con la fatal caída.

La madre de Laura Camila ha relatado con valentía los episodios de violencia que su hija soportó en silencio. "Él la controlaba, la celaba, la aislaba de sus seres queridos… Poco a poco la fue apagando, la fue consumiendo", confiesa Cecilia con los ojos llenos de lágrimas. "Estoy segura de que él la empujó. El estado de la habitación lo confirma: todo desordenado, como si hubiera habido una lucha. Cuadros tirados, la cama revuelta, incluso había un balde con vómito…".

Johan también recuerda un incidente en el que tuvo que intervenir para defender a su hermana de una agresión física por parte de Óscar. "Él la humillaba constantemente, la revisaba el celular a escondidas, le hacía escenas de celos infundadas… Era una tortura psicológica continua", relata con impotencia. A pesar de todo, Laura Camila nunca denunció a su pareja, aferrada a la esperanza de que las cosas pudieran cambiar.

La falta de rastro de alcohol en el apartamento, la presencia de las pertenencias de Laura Camila recogidas del suelo – su bolso con documentos, celular, chamarra y las llaves del auto – y el desorden en la habitación, sugieren una escena de forcejeo y un posible intento de Laura por escapar. Estos elementos, ignorados en la versión inicial, alimentan la hipótesis de la familia de que la habitación pudo haber sido manipulada para simular un suicidio.

La muerte de Laura Camila Blanco no puede quedar impune. Se exige una investigación exhaustiva que esclarezca los hechos y determine si realmente se trató de un suicidio o de un feminicidio encubierto. Su familia y amigos claman por justicia, para que la memoria de Laura Camila no se convierta en una cifra más en la larga lista de mujeres víctimas de la violencia de género. Su caso, conmovedor y desgarrador, debe servir como un llamado de atención a la sociedad para redoblar esfuerzos en la lucha contra la violencia machista y la protección de las mujeres.