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7 de agosto de 2025 a las 07:15

Mango, el periquito anti-narcos

En el oscuro mundo del narcotráfico, donde las sombras ocultan los rostros de quienes se mueven en la ilegalidad, a veces, la luz proviene de las fuentes más inesperadas. En Blackpool, Reino Unido, un pequeño periquito parlante de plumaje amarillo, bautizado con el nombre tropical de Mango, se convirtió en el protagonista involuntario de una historia que desmanteló una compleja red de tráfico de drogas. Su canto, aparentemente inocente, repetía frases clave del negocio ilícito, frases como "dos por 25", que resonaron en los oídos de las autoridades como una confesión alada.

Mango, sin saberlo, se había convertido en un testigo clave, un espía emplumado en las filas de la organización criminal liderada por Adam Garnett, un hombre de 35 años que, incluso tras las rejas de una prisión, continuaba manejando los hilos del narcotráfico con la ayuda de teléfonos móviles. Imaginen la escena: un hombre encerrado, creyendo estar a salvo, coordinando la venta de heroína y cocaína, ajeno a que su pequeño cómplice alado estaba grabando sus secretos en cada repetición.

Las imágenes encontradas en los teléfonos de Garnett durante una inspección rutinaria en su celda, mostraban no solo los bloques de droga, sino también a Mango jugando con el dinero manchado por el crimen, un contraste perturbador entre la inocencia del animal y la crudeza del mundo en el que se encontraba. El periquito, convertido en una pieza clave del rompecabezas, proporcionó las pistas que las autoridades necesitaban para desentrañar la red.

Las investigaciones posteriores revelaron la identidad de los cómplices de Garnett. Su pareja, Shannon Hilton, de 29 años, fue grabada enseñando a Mango la fatídica frase "dos por 25" mientras reía, ajena a la gravedad de sus actos y a la presencia de un menor, un detalle que añade un matiz aún más sombrío a la historia. Dalbir Sandhu, de 41 años, meticuloso contable del crimen, guardaba en su teléfono un registro detallado de las transacciones, una prueba irrefutable de su implicación. Y Jason Gerrand, de 50 años, completaba el círculo de la conspiración.

Incluso Gareth Burgess, de 45 años, otro miembro de la banda, contribuyó a su propia caída. Se grabó a sí mismo caminando por las calles de Blackpool con fajos de billetes, rapeando sobre sus actividades ilícitas, un acto de arrogancia que se convirtió en una prueba contundente en su contra. La vanidad, como se suele decir, precede a la caída.

La operación policial, como un certero golpe quirúrgico, culminó con la detención y condena de 15 miembros de la banda. Garnett, el cerebro de la operación, fue sentenciado a 19 años y seis meses de prisión. Los demás, incluyendo a Hilton, Sandhu, Gerrand y Burgess, recibieron penas que reflejaban su grado de implicación en la red criminal. Sin embargo, dos miembros, Chloe Stott y Ryan Black, lograron evadir la justicia y actualmente se encuentran prófugos.

La historia de Mango, el periquito parlante, nos recuerda que la justicia puede encontrar aliados en los lugares más insospechados. Un pequeño pájaro, ajeno a las implicaciones de sus palabras, se convirtió en el héroe accidental que ayudó a desmantelar una red de narcotráfico, demostrando que a veces, las verdades más ocultas se revelan a través de los cantos más inocentes. Las autoridades continúan la búsqueda de los fugitivos, con la certeza de que, tarde o temprano, la justicia, como un ave rapaz, alcanzará a sus presas.

Fuente: El Heraldo de México