
7 de agosto de 2025 a las 13:30
Justicia para Felipe: 12 denuncias ignoradas
La tragedia se ha cernido sobre Murcia, dejando una estela de dolor e incredulidad. Felipe Hernández, a punto de celebrar su 65 cumpleaños, fue brutalmente asesinado a golpes, presuntamente a manos de dos de sus hijos, frente a su propio negocio. El pasado 19 de julio, las cámaras de seguridad registraron el horror: un hombre irrumpe en la tienda de ropa de lujo de Felipe, lo derriba y lo golpea sin piedad. Las imágenes, de una crudeza insoportable, muestran cómo el presunto agresor, identificado como su hijo mayor de 35 años, licenciado en Derecho, acompañado de su hermana de 31, propinan a su padre una lluvia de patadas y puñetazos mientras yace indefenso en el suelo. La violencia del ataque es escalofriante, un acto de barbarie difícil de comprender.
Tras la brutal agresión, Felipe, con el rostro ensangrentado, logró ponerse en pie, salir a la calle y cerrar la puerta de su negocio. Con un hilo de voz, alcanzó a pedir ayuda, repitiendo con desesperación: "Me han pegado mis hijos". Pero sus fuerzas lo abandonaron al cruzar la calle, colapsando en la acera donde finalmente perdió la vida. La imagen de este hombre, buscando auxilio tras la brutal agresión de sus propios hijos, es un testimonio desgarrador de la violencia intrafamiliar y sus devastadoras consecuencias.
Este trágico suceso ha conmocionado a la comunidad, que se pregunta cómo pudo ocurrir semejante atrocidad. Según ha trascendido, Felipe había interpuesto al menos 12 denuncias previas contra sus hijos por diversos motivos, desde el robo de las llaves de su casa hasta el acoso en su tienda. "No vamos a parar hasta que te pase algo", era la amenaza constante que, según allegados, recibía por parte de sus hijos. Estas denuncias previas pintan un cuadro sombrío de una relación familiar rota y marcada por la violencia, un grito silencioso de auxilio que, lamentablemente, no fue escuchado a tiempo.
La historia de Felipe es aún más desgarradora al conocerse detalles de su pasado. Hace 12 años, se separó de su esposa y se distanció de sus hijos para escapar de un patrón de maltrato. En un acto de generosidad, o quizás buscando la paz, dejó a su expareja y a sus hijos una sociedad de 12 inmuebles, quedándose únicamente con la tienda de ropa, herencia de su padre. Este gesto, lejos de apaciguar los ánimos, parece haber alimentado el resentimiento.
El testimonio del hermano de Felipe añade otra capa de complejidad a esta tragedia. Según él, "lo peor comenzó cuando, cuatro años después de la separación, Felipe empezó a salir con Toñi y a mostrar su felicidad en redes sociales. Sus hijos le veían por la calle y le deseaban la muerte". Este relato sugiere que la nueva relación de Felipe pudo haber exacerbado los conflictos preexistentes con sus hijos, convirtiendo la envidia y el rencor en un cóctel explosivo que desembocó en el fatal desenlace.
La muerte de Felipe Hernández es una llamada de atención sobre la lacra de la violencia doméstica y la necesidad de una mayor concienciación y recursos para las víctimas. Es una tragedia que nos interpela como sociedad y nos obliga a reflexionar sobre la importancia de prevenir y erradicar la violencia en el ámbito familiar. El recuerdo de Felipe debe servir para impulsar medidas que protejan a quienes sufren en silencio y para evitar que historias como la suya se repitan. ¿Cuántos Felipe más tienen que morir antes de que actuemos de manera decisiva?
Fuente: El Heraldo de México