
7 de agosto de 2025 a las 09:20
Domina tu progreso
La idea de progreso como una marcha ascendente e inexorable de la humanidad, una línea recta que nos lleva de la oscuridad a la luz, de la barbarie a la civilización, es tan seductora como engañosa. Se nos ha inculcado desde la infancia, permea nuestros libros de texto, nuestros discursos políticos, incluso nuestras conversaciones cotidianas. Pero, ¿qué pasaría si este concepto, pilar fundamental de nuestra visión del mundo, fuera en realidad una elaborada construcción ideológica, una herramienta de dominación disfrazada de promesa? Samuel Miller McDonald, en su provocativo libro "Progress: A History of Humanity’s Worst Idea", se atreve a cuestionar este dogma y nos invita a un viaje fascinante y a la vez perturbador a través de la historia de la humanidad.
McDonald no se limita a señalar las contradicciones inherentes al concepto de progreso, sino que rastrea sus orígenes hasta las primeras civilizaciones, donde el control de recursos esenciales como el agua y la tierra se convirtió en la base del poder político y religioso. Desde las antiguas ciudades-estado de Mesopotamia hasta el capitalismo algorítmico de Silicon Valley, el autor identifica un patrón recurrente: cada supuesto avance, cada innovación tecnológica, cada nueva estructura social, ha venido acompañado de una dosis proporcional de violencia, desigualdad y explotación.
La Biblia, por ejemplo, leída a través de la lente de McDonald, se transforma de un texto sagrado a un manual de dominación, un guion para la conquista y la subyugación. El cristianismo, con su promesa de salvación ultraterrena, se revela como una herramienta para la justificación del orden terrenal, una lógica de sometimiento al mundo natural que la Ilustración, lejos de romper, simplemente secularizó.
El libro no se queda en el pasado. McDonald analiza con agudeza el presente y nos muestra cómo los indicadores que alguna vez se utilizaron para medir el progreso humano, como la esperanza de vida, el acceso a la educación y la calidad de la alimentación, están en retroceso en muchas partes del mundo. La crisis climática, el aumento de la desigualdad, la precarización laboral y la fragilidad de las democracias liberales no son anomalías, sino síntomas de un sistema que se devora a sí mismo.
La prosa de McDonald es contundente, a veces incluso apocalíptica. Su tono profético, reminiscente de los antiguos herejes, busca sacudir al lector, despertarlo de su letargo y confrontarlo con la incómoda verdad. No se trata de convencer con estadísticas o argumentos racionales, sino de provocar una reacción visceral, de sembrar la duda en lo más profundo de nuestras convicciones.
Si bien la obra de McDonald no está exenta de cierta radicalidad y en ocasiones simplifica la complejidad de la historia, su propuesta es innegablemente valiosa. Nos obliga a repensar nuestras certezas, a cuestionar la narrativa dominante y a mirar la historia desde una perspectiva diferente, no como una marcha triunfal hacia un futuro mejor, sino como un complejo entramado de poder, dominación y resistencia. Un libro que, sin duda, generará debate y nos dejará pensando mucho tiempo después de haberlo terminado.
¿Es posible que lo que consideramos progreso sea en realidad una forma de autodestrucción? ¿Estamos construyendo un futuro a costa del presente y a expensas de las generaciones futuras? Estas son algunas de las preguntas que nos deja McDonald, invitándonos a una reflexión profunda y urgente sobre el rumbo de la humanidad.
Fuente: El Heraldo de México