
7 de agosto de 2025 a las 11:05
Domina lo Indomable
El fútbol, un deporte de emociones a flor de piel, donde la gloria se alcanza con la combinación perfecta de talento individual, trabajo en equipo y, a veces, un toque de fortuna. A lo largo de su historia, hemos visto desfilar a virtuosos del balón, auténticos magos capaces de dibujar jugadas imposibles y marcar goles de ensueño. Sin embargo, la Copa del Mundo, el torneo más prestigioso y anhelado, se ha mostrado esquiva para algunos de estos gigantes, dejando una huella de frustración en sus brillantes carreras.
Cristiano Ronaldo, el coloso portugués, ha conquistado todos los títulos imaginables a nivel de clubes. La Champions League se rindió a sus pies en múltiples ocasiones, al igual que las ligas de diferentes países y una infinidad de reconocimientos individuales. Pero el trofeo dorado del Mundial, ese que inmortaliza a los elegidos, sigue brillando por su ausencia en su palmarés. A pesar de su innegable calidad y liderazgo, CR7 no ha logrado llevar a Portugal a la cima del fútbol mundial, dejando una sensación de deuda pendiente con su afición y consigo mismo.
Johan Cruyff, el arquitecto de la "Naranja Mecánica", revolucionó el fútbol con su estilo de juego total. Su visión de juego, su técnica depurada y su carisma lo convirtieron en un ícono. Lideró a la selección holandesa a la final del Mundial de 1974, desplegando un fútbol ofensivo y vistoso que enamoró al mundo. Pero la suerte no estuvo de su lado y Alemania Federal se impuso en la final, dejando a Cruyff con la amargura de no haber podido coronar su obra maestra con el título mundial.
Michel Platini, el director de orquesta francés, brilló con luz propia en la década de los 80. Su elegancia en el campo, su precisión en los pases y su capacidad goleadora lo convirtieron en uno de los mejores jugadores de su época. Sin embargo, el Mundial le fue esquivo. En 1982 y 1986, Francia llegó a las semifinales, pero no pudo dar el paso definitivo. Platini se retiró sin haber alzado el trofeo dorado, un vacío en una carrera llena de éxitos.
Eusebio, la "Pantera Negra" de Mozambique, deslumbró al mundo con su velocidad, potencia y olfato goleador en el Mundial de 1966. Llevó a Portugal a un histórico tercer lugar, dejando una huella imborrable en la historia del torneo. Pero la final, el sueño dorado, le fue negado.
En América, Neymar carga con el peso de la tradición futbolística de Brasil, una nación que respira fútbol. A pesar de su talento indiscutible, el astro brasileño aún no ha conseguido el título mundial, una asignatura pendiente que lo motiva a seguir luchando. Por otro lado, Hugo Sánchez, el "Pentapichichi" mexicano, no pudo brillar con la misma intensidad en los Mundiales, dejando una sensación de que su potencial no se tradujo en éxitos con la selección.
Alfredo Di Stéfano, la "Saeta Rubia", uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, nunca disputó una Copa del Mundo debido a lesiones y circunstancias políticas. Una ausencia que priva a la historia del fútbol de uno de sus capítulos más brillantes. Paolo Maldini, el eterno capitán del Milan, también se quedó a las puertas de la gloria en el Mundial de 1994, perdiendo la final ante Brasil en una dramática tanda de penaltis. Marco van Basten, otro de los delanteros más letales de la historia, se despidió del fútbol sin haber conquistado el Mundial. Y Lev Yashin, la "Araña Negra", el único portero ganador del Balón de Oro, tampoco pudo saborear la gloria mundialista con la Unión Soviética.
Estos ejemplos nos demuestran que el fútbol es un deporte impredecible, donde el talento individual no siempre es suficiente. La Copa del Mundo exige una combinación de factores, desde la suerte hasta la cohesión de equipo, pasando por el momento de forma de los jugadores. Estos nombres, leyendas del fútbol, nos recuerdan que incluso los más grandes pueden quedar con la espina clavada de no haber alcanzado la cima del mundo.
Fuente: El Heraldo de México