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7 de agosto de 2025 a las 09:35

Descubre el México que no conoces

El mundo está cambiando a una velocidad vertiginosa, y el tablero del comercio internacional se reconfigura ante nuestros ojos. La imposición de aranceles, lejos de ser una reliquia del pasado, se convierte en una herramienta estratégica para moldear las relaciones geopolíticas. El caso de Japón, aceptando aranceles a cambio de una monumental inversión en Estados Unidos, ilustra a la perfección este nuevo paradigma. No se trata de una simple disputa comercial, sino de un complejo juego de ajedrez donde se negocian posiciones de poder a largo plazo. ¿Y dónde queda México en este escenario?

La respuesta, lamentablemente, no es alentadora. Mientras otras naciones, como Corea del Sur, se adaptan con agilidad a las nuevas reglas del juego, invirtiendo en tecnología e innovación para asegurar su acceso al mercado estadounidense, México parece anclado en una visión obsoleta del libre mercado. Nos hemos acostumbrado a la comodidad de la proximidad geográfica, creyendo que la cercanía física garantiza la relevancia estratégica. Craso error.

La realidad es que la amenaza arancelaria pende sobre nosotros como una espada de Damocles. El acero, el aluminio y el sector automotriz ya han sufrido el impacto de las medidas proteccionistas estadounidenses, y la posibilidad de nuevos aranceles, ahora ligados a temas migratorios, ambientales y laborales, nos coloca en una situación de extrema vulnerabilidad. La prórroga de 90 días que nos han concedido no es un respiro, sino una cuenta regresiva. Un ultimátum para despertar del letargo y comprender la urgencia de la situación.

No podemos seguir apostando a la improvisación y a las reacciones tardías. Necesitamos una estrategia integral, una visión de Estado que trascienda los ciclos políticos y nos permita posicionarnos como un socio estratégico indispensable para Estados Unidos. Esto implica invertir en innovación, diversificar nuestra economía, fortalecer nuestras instituciones y, sobre todo, desarrollar una diplomacia económica proactiva y sofisticada.

Japón ha comprendido el mensaje y ha actuado en consecuencia. Corea del Sur lleva décadas implementando una estrategia de inversión y desarrollo tecnológico que le ha permitido consolidarse como un actor clave en la economía global. Incluso China, con su modelo propio, ha demostrado una capacidad de respuesta y adaptación admirable. Brasil, con sus propias complejidades, también busca su camino. ¿Qué estamos esperando nosotros?

Tenemos 90 días. Noventa días para demostrar que somos capaces de entender los nuevos códigos del comercio internacional. Noventa días para dejar de ser espectadores pasivos y convertirnos en protagonistas de nuestro propio destino. Noventa días para construir el futuro que México merece. El tiempo se agota. La decisión es nuestra.

Fuente: El Heraldo de México