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8 de agosto de 2025 a las 00:10
Choque múltiple: Moto vs. 3 autos
El caos vial del mediodía de ayer, 6 de agosto, nos recuerda la fragilidad de la vida en las calles mexicanas. La cámara frontal de un vehículo captó la escalofriante secuencia que dejó a un motociclista herido sobre la acera, en un enredo de metal y asfalto. Las imágenes son contundentes: un motociclista zigzagueando entre carriles, un taxista que parece irrumpir en su camino, una camioneta que se convierte en un obstáculo inesperado y finalmente, la colisión con una combi de pasajeros. Un instante que congela la sangre y que abre el debate: ¿quién es el responsable de esta tragedia urbana?
Las primeras versiones apuntan al taxista, acusándolo de invadir el carril del motociclista. Sin embargo, también se señala la imprudencia del motociclista, quien aparentemente aceleraba durante un cambio de carril y transitaba por la izquierda, una maniobra arriesgada en cualquier circunstancia. Las redes sociales, como termómetro de la opinión pública, hierven con comentarios encontrados. “El de la moto también se pasa, se creen con paso libre…”, acusan algunos, mientras otros defienden al motociclista argumentando que “es obligación de todos darles el paso”. La polémica está servida, y la verdad, como suele suceder, parece esconderse entre los pliegues de la confusión.
Lo cierto es que este accidente, más allá de la asignación de culpas, pone de manifiesto la urgente necesidad de una mayor conciencia vial en nuestras calles. No basta con señalar al "culpable", sino que debemos reflexionar sobre las conductas que nos exponen a situaciones de riesgo. La velocidad, la impaciencia, la falta de respeto a las normas de tránsito… Todos estos factores, sumados a la creciente densidad del tráfico, crean un cóctel explosivo que pone en peligro nuestras vidas.
La imagen del motociclista tendido en el suelo, rodeado de curiosos y conductores alterados, es un llamado de atención que no podemos ignorar. Más allá de las lesiones físicas, este accidente deja cicatrices invisibles: el miedo, la incertidumbre, la frustración. Y es que la seguridad vial no es un juego de azar, sino una responsabilidad compartida.
El llamado de la Secretaría de Salud estatal, a través de Marisela Sánchez del programa Estatal de Prevención de Accidentes, resuena con fuerza en este contexto. "Priorizar la seguridad", "usar siempre el casco", "evitar el exceso de velocidad", "respetar el límite de pasajeros"… Estas recomendaciones, que a menudo parecen obvias, se convierten en un mantra vital en un entorno vial cada vez más complejo.
La pregunta que nos debemos hacer no es solo quién tuvo la culpa en este accidente específico, sino qué podemos hacer cada uno de nosotros para evitar que estas tragedias se repitan. La respuesta, aunque compleja, se encuentra en la educación vial, en el respeto mutuo y en la conciencia de que la vida es un bien preciado que debemos proteger. Y en ese camino, todos, conductores, peatones, ciclistas y motociclistas, tenemos un papel fundamental que desempeñar. El asfalto no es un campo de batalla, sino un espacio compartido donde la prudencia y el respeto deben ser las reglas de oro. El accidente de ayer nos recuerda, con crudeza, que la línea que separa la vida de la muerte puede ser tan delgada como una línea continua en el pavimento.
Fuente: El Heraldo de México