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7 de agosto de 2025 a las 09:35

Captura la Vida en Alta Fidelidad

La infancia en México se encuentra en un estado de emergencia. No se trata de una exageración, sino de una realidad brutal que se refleja en las cifras alarmantes de violencia, abandono y desigualdad que enfrentan miles de niñas, niños y adolescentes. La historia de Miranda, "Tacita de Fierro", es un ejemplo desgarrador de cómo la falta de oportunidades y la presencia del crimen organizado pueden robar la infancia y condenar a una vida marcada por la violencia. A los seis años presenció el asesinato de su hermano, a los doce ya era sicario. Su testimonio, recogido en el podcast "Los Hijos del Narco", no es un caso aislado, sino el reflejo de una problemática sistémica que afecta a miles de menores.

Organizaciones como Reinserta han documentado la gravedad del reclutamiento infantil por parte del crimen organizado, con más de 30,000 menores involucrados cada año. Imaginen la magnitud de esta tragedia: niños y niñas obligados a matar, extorsionar y traficar, bajo amenaza de muerte o como única vía de supervivencia. La violencia se ha normalizado en sus vidas, convirtiéndose en una herramienta para sobrevivir en un entorno hostil.

El Balance Anual 2024 de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) pinta un panorama aún más desolador. El incremento del 6.5% en homicidios infantiles, con más de 2,000 víctimas, es una cifra que debería sacudirnos como sociedad. A esto se suma el aumento alarmante de la violencia sexual contra menores, la falta de acceso a servicios de salud y la inseguridad alimentaria que afecta a una parte significativa de la población infantil. ¿Cómo podemos, como sociedad, permitir que nuestros niños y niñas vivan con miedo, hambre y sin acceso a las necesidades básicas?

Ante esta crisis, la permanencia del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) se convierte en un bastión de esperanza. Su supervivencia, amenazada en el pasado por la austeridad, fue posible gracias a la presión de la sociedad civil y activistas que reconocieron la importancia vital de esta institución. SIPINNA representa la mínima estructura para coordinar y vigilar las políticas públicas enfocadas en la infancia, un logro que debemos defender y fortalecer.

No podemos seguir ignorando la realidad que viven miles de niños y niñas en México. La violencia que los rodea no es accidental, es estructural, alimentada por la discriminación, la pobreza y la falta de oportunidades. Las niñas indígenas, los adolescentes afrodescendientes, los menores con discapacidad y los migrantes son los más vulnerables, los que con mayor frecuencia son olvidados y presa fácil del crimen organizado.

Es urgente priorizar a la niñez en las políticas públicas. No se trata de un gesto de caridad, sino de una obligación moral y legal. Necesitamos presupuestos con enfoque de derechos, programas integrales de salud y educación, atención psicosocial para las víctimas de violencia y, sobre todo, escuchar sus voces. Organizaciones como Reinserta, REDIM y Pacto por la Primera Infancia, trabajan incansablemente por los derechos de la infancia, con profesionalismo y convicción, y merecen todo nuestro apoyo.

El testimonio de Miranda, "Tacita de Fierro", nos recuerda el poder de la palabra. Un micrófono puede ser más poderoso que un arma, puede ser la herramienta para construir un futuro diferente. La "vida buena" no debería ser un milagro, sino un derecho para todos los niños y niñas de México. Visibilizar esta realidad es el primer paso para construir un país donde la infancia sea sinónimo de esperanza y no de violencia.

Por Ana Lilia Herrera
@ANALILIAHERRERA
PAL

Fuente: El Heraldo de México