La indignación recorre las venas de las redes sociales. Un acto de barbarie, teñido de alcohol y furia descontrolada, ha sacudido a la comunidad de Costa Rica, al sur de Culiacán. Un hombre, en un arranque de ira inexplicable, irrumpió en la humilde morada de un anciano de 83 años, no para robarle sus pertenencias, sino para descargar su brutalidad sobre un ser indefenso: su fiel compañero canino.

La noche del 5 de agosto se transformó en una pesadilla para el lomito. El simple ladrido de alerta ante la caída de un motociclista, presuntamente hijo del agresor, desató una reacción desproporcionada y cruel. El joven, en lugar de comprender la reacción natural del animal, llamó a su padre, quien, bajo los efectos del alcohol, decidió tomar la justicia por su mano, convirtiéndose en verdugo de un ser inocente.

Imaginen la escena: un anciano, vulnerable ante la fuerza bruta de un hombre ebrio, incapaz de proteger a su mascota del machete que descendía sin piedad. El resultado, una fractura que destroza el pequeño hocico, la mandíbula partida, heridas profundas que marcan su cuerpo y un dolor que trasciende lo físico. Un dolor que resuena en el corazón de quienes conocemos la historia y nos negamos a callar ante la injusticia.

La Fundación Balto y Togo Bienestar y Rescate Animal, alzando la voz por aquellos que no la tienen, ha denunciado este acto atroz, exigiendo justicia para el lomito y castigo para el agresor. Las imágenes del animal herido, compartidas en redes sociales, han generado una ola de indignación y repudio. Miles de usuarios claman por la pronta captura del responsable, exigiendo que el peso de la ley caiga sobre él con toda su fuerza. No podemos permitir que la violencia contra los animales quede impune. Cada caso de maltrato es una herida en la conciencia colectiva, una señal de que aún tenemos mucho camino por recorrer como sociedad.

La solidaridad no se ha hecho esperar. La Fundación Balto y Togo ha iniciado una campaña de recaudación de fondos para cubrir los gastos médicos del lomito. Cada peso donado es una muestra de apoyo, una caricia al alma de este animal que ha sufrido lo indecible. Es una forma de decirle que no está solo, que hay una comunidad que lo acompaña en su recuperación y que lucha por un mundo donde la crueldad no tenga cabida. Las cuentas para donar están disponibles en las redes sociales de la fundación, cada aportación, por pequeña que sea, es una semilla de esperanza en un terreno árido de violencia.

¿Hasta cuándo seguiremos tolerando estos actos de barbarie? ¿Cuándo entenderemos que los animales también sienten, que merecen nuestro respeto y protección? El caso del lomito de Costa Rica no es un hecho aislado, es un reflejo de la crueldad que aún persiste en nuestra sociedad. Es un llamado urgente a la acción, a la reflexión, a la construcción de un futuro donde la compasión y el respeto sean los pilares de nuestra convivencia con todas las criaturas que habitan este planeta.