La debacle mexicana en la Leagues Cup ha dejado un sabor amargo en la afición y ha puesto en tela de juicio la seriedad con la que se toma este torneo. Más allá de las justificaciones, que las hay, y que van desde la disparidad de calendarios hasta la falta de un premio realmente atractivo, la imagen proyectada por tres de los clubes más importantes del país, Cruz Azul, América y Chivas, es preocupante. Se habla de un torneo "de poco valor", y quizás lo sea en términos de palmarés, pero la exposición internacional, la oportunidad de medirse con otros estilos de juego y, sobre todo, el respeto a la propia camiseta, deberían ser motivación suficiente.

El caso de Cruz Azul es paradigmático. Un 7-0 contra el Seattle Sounders no es solo una derrota, es una humillación. Un resultado que trasciende lo deportivo y se convierte en una crisis institucional. ¿Qué le pasa a un equipo que hace tan solo unos meses levantaba la Concachampions con una goleada de 5-0? La llegada de Nicolás Larcamón, tras la polémica salida de Vicente Sánchez, generaba expectativas, pero este tropiezo pone al entrenador en la cuerda floja desde el principio. La afición celeste, acostumbrada a la montaña rusa emocional, exige explicaciones y, sobre todo, resultados.

El América, por su parte, confirma una tendencia preocupante: su dominio en la Liga MX no se traduce en éxitos fuera de las fronteras. Si bien no sufrieron una derrota tan escandalosa como la de Cruz Azul, dos empates y la posterior eliminación en penales demuestran que el equipo de André Jardine, a pesar de su tricampeonato histórico, aún tiene una asignatura pendiente en el ámbito internacional. La Leagues Cup, aunque no sea la prioridad, era una oportunidad para demostrar que el "gigante" puede competir al más alto nivel. La realidad, sin embargo, fue otra.

Y qué decir de las Chivas. Un equipo que parece perdido en la mediocridad. La polémica extracancha, las constantes especulaciones sobre la vida privada de sus jugadores, opacan por completo el rendimiento deportivo. La eliminación en la Leagues Cup es solo la crónica de una muerte anunciada. Una institución que vive de su historia, pero que en el presente no ofrece ninguna garantía. La afición rojiblanca, fiel y apasionada, merece mucho más que la apatía y la falta de compromiso que se ve en el terreno de juego.

Las directivas de estos tres clubes deben asumir su responsabilidad. Minimizar la importancia del torneo no es una excusa. La inversión realizada, la imagen proyectada a nivel internacional, exigen un análisis profundo y una autocrítica sincera. La Leagues Cup, más allá de su valor deportivo, ha servido como un espejo que refleja las carencias y los problemas de fondo del fútbol mexicano. La pregunta es: ¿están dispuestos a aprender de esta experiencia o seguirán repitiendo los mismos errores? El futuro, y la paciencia de la afición, lo dirán.

POR MARIANO TORRES

COLABORADOR

@MARIANOTORRESH

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