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6 de agosto de 2025 a las 10:10

México en llamas: ¿la hora cero?

La promesa de un México compitiendo con China a la par, hoy suena a una melodía desafinada, casi una burla cruel. El panorama de la industria nacional es desolador: el sector textil se desangra, perdiendo un alarmante 60% de sus empleos; el calzado, aunque con menor intensidad, también se tambalea con una reducción del 20%. Mientras tanto, el contrabando campa a sus anchas, filtrándose por nuestras aduanas como agua por un colador. Estas, lejos de ser un filtro de protección, se han convertido en puertas giratorias que alimentan un mercado negro voraz, erosionando la economía formal y dejando a su paso un reguero de empleos destruidos.

Y como si la herida no fuera lo suficientemente profunda, la sal la pone una China que produce más rápido, más barato y en cantidades que México solo puede soñar. La brecha tecnológica es abismal. En innovación y propiedad intelectual, nos encontramos en pañales. Mientras el dragón rojo presume un ejército de 15 mil examinadores de marcas, México apenas reúne 120. Una cifra vergonzosa para cualquier país con aspiraciones de competitividad. El resultado es palpable: apenas un 5% de las patentes pertenecen a inventores nacionales. El resto, un apabullante 95%, va directo a manos extranjeras.

A esta sangría se suma la ineficacia en el combate a la piratería. El reporte 301 de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos no deja lugar a dudas: México incumple sus compromisos para frenar el contrabando y la falsificación. La puntilla final la dio el cierre del programa de observadores del IMPI en las aduanas, convirtiendo la frontera en un paraíso para la ilegalidad. Los trámites para patentar son un calvario burocrático, lento y costoso, mientras que las inspecciones son prácticamente inexistentes. La coordinación entre instituciones, un laberinto kafkiano, desalienta cualquier intento de proteger las creaciones nacionales.

Con este telón de fondo, la relación con la Casa Blanca se tensa. Al Tío Sam no le hace ninguna gracia ver a China engordando su billetera en el patio trasero de su tratado comercial. La batalla se pierde a pasos agigantados, y ni el discurso patriótico de “rescatar la soberanía” podrá ocultar la hemorragia industrial y tecnológica que sufre México ante un dragón chino cada vez más hambriento.


Como reza el dicho popular: “Dios los hace y ellos se juntan”. Sandra Cuevas anuncia su candidatura para la Jefatura de Gobierno de la CDMX bajo la bandera de México Nuevo, Paz y Futuro, una organización que aspira a convertirse en partido político. Un frente liderado por la controvertida figura de Ulises Ruiz Ortiz, acusado de un sinfín de irregularidades y enemigo acérrimo de Alejandro Moreno y José Murat. Acompañando a la exalcaldesa de Cuauhtémoc, encontramos a Alfredo Juárez Cruz, ex director Forestal de Oaxaca, con un historial manchado por acusaciones de corrupción y deudas alimentarias. Completa el cuadro Belén Lugo Haro, vinculada al escándalo de las tarjetas Monex y el PRI, utilizadas presuntamente para la compra de votos en las elecciones de 2012 que llevaron a Enrique Peña Nieto a la presidencia. Con este bagaje, Cuevas y Ulises buscan construir un partido y conquistar el voto popular. O quizás, simplemente, buscan las jugosas prerrogativas que otorga el registro.


El intento de someter a juicio de desafuero a Alejandro Moreno esconde un malestar en Palacio Nacional, provocado por los intentos del campechano de vender información confidencial de México a Estados Unidos. Hasta hace poco, el gobierno lo consideraba un opositor útil, pero algo cambió. Pronto, Moreno sentirá el peso de la ley, a pesar de sus escandalosas declaraciones.


Las investigaciones contra Hernán Bermúdez, ex secretario de seguridad de Tabasco, se acercan cada vez más al ex gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón. Según fuentes de Palacio Nacional, la red podría alcanzar a importantes dirigentes del Partido Verde, tanto en Chiapas como a nivel nacional.


Parafraseando a un filósofo cuyo nombre se me escapa: “Con aduanas así, los chinos ni necesitan avión. Entran en contenedor y con alfombra roja.”

Fuente: El Heraldo de México