
6 de agosto de 2025 a las 05:50
Madre confiesa infanticidio y se mofa en terapia
La tragedia familiar que rodea a Catherine Hoggle ha dado un giro escalofriante con la revelación de nuevas evidencias. La acusación por el asesinato de sus dos pequeños hijos, Sarah y Jacob, en 2014, regresa al primer plano tras años de incertidumbre legal, marcada por la supuesta incapacidad mental de Hoggle para enfrentar un juicio. Ahora, la sombra de la duda se disipa ante la declaración impactante del fiscal John McCarthy, quien expuso ante el tribunal un episodio estremecedor ocurrido horas después de la desaparición de los niños.
Imaginen la escena: una sesión de terapia grupal, el ambiente cargado de emociones contenidas. En ese espacio de vulnerabilidad, Catherine Hoggle comparte espacio con el padre de sus hijos, Tory Turney, un hombre destrozado por la ausencia inexplicable de sus pequeños. Y es allí, en ese círculo de supuesta confianza, donde Hoggle pronuncia las palabras que helarían la sangre de cualquier presente: "He estrangulado a mis dos hijos". La confesión, acompañada de un gesto que imitaba el acto atroz, resonó en la sala como un eco macabro.
Si bien Hoggle intentó retractarse, argumentando que se trataba de una broma de mal gusto, la gravedad de sus palabras y la coincidencia temporal con la desaparición de Sarah y Jacob, siembran profundas dudas sobre su verdadera intención. La fiscalía, con esta nueva evidencia en mano, se opone firmemente a la liberación bajo fianza de Hoggle, argumentando no solo el riesgo de fuga, sino también el peligro potencial que representa para el tercer hijo de la pareja, quien afortunadamente sobrevivió a esta tragedia.
El recuerdo de la última vez que Jacob fue visto con vida, un 7 de septiembre de 2014, acompaña a la familia como un fantasma. La versión de Hoggle, quien afirmó haber dejado al pequeño en casa de un amigo, se desmorona ante la creciente evidencia que apunta a un desenlace fatal. La angustia de la familia, que inicialmente confiaba en el regreso de los niños, se transformó en una dolorosa certeza: algo terrible había sucedido.
El FBI, involucrado en la investigación desde el principio, manejaba la hipótesis de que los niños habían sido asesinados por estrangulamiento y sus cuerpos posiblemente desechados en un contenedor de basura. Esta teoría, que en su momento parecía descabellada, cobra fuerza con la reciente revelación de la confesión de Hoggle en la terapia grupal.
El caso de Catherine Hoggle nos confronta con la fragilidad de la mente humana y la complejidad del sistema judicial. ¿Cómo determinar la responsabilidad de alguien cuya salud mental se encuentra en entredicho? ¿Es posible que una broma, por más macabra que sea, oculte la verdad de un crimen atroz? Estas preguntas, sin respuestas fáciles, nos obligan a reflexionar sobre los límites de la justicia y la necesidad de proteger a los más vulnerables. La búsqueda de la verdad y la justicia para Sarah y Jacob continúa, mientras la comunidad se mantiene expectante ante el desarrollo de este caso que ha conmocionado a la opinión pública.
Fuente: El Heraldo de México