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6 de agosto de 2025 a las 19:55

León XIV sorprende cantando Cielito Lindo en el Vaticano

Un eco de alegría y tradición mexicana resonó hoy bajo el cielo romano. La Plaza de San Pedro, testigo habitual de solemnidades y reflexiones, se vistió de fiesta con los vibrantes acordes del mariachi del gran Ballet Nacional de México. La música, como un bálsamo para el alma, contagió a los fieles congregados para la Audiencia General, quienes se unieron en un coro espontáneo al ritmo del "Son de la Negra", "Camino Real de Colima" y el emblemático "Jarabe Tapatío". Pero la verdadera sorpresa llegó cuando el propio Papa León XIV, visiblemente conmovido por la atmósfera festiva, se dejó llevar por la melodía del "Cielito Lindo" y, desde el papamóvil, entonó algunos versos, regalando a los presentes una imagen inusual y llena de calidez humana. Este gesto espontáneo, que trascendió el protocolo, habla de la cercanía y la sensibilidad del Santo Padre, demostrando una vez más su capacidad para conectar con la gente a través de la música y la cultura.

La música, preámbulo de la profunda reflexión que vendría después, preparó el terreno para la catequesis del Papa León XIV, centrada en la importancia de la preparación para la Pascua. No solo la Pascua litúrgica, con sus ritos y simbolismos, sino la Pascua de la vida, esa transformación interior que nos permite acoger la presencia de Dios en nuestro día a día. "Preparar la Pascua", explicó el Santo Padre, significa abrir espacios en nuestra vida para que Dios pueda habitar en ellos. Implica un trabajo interior de desprendimiento, de perdón, de escucha atenta. ¿Qué necesitamos reordenar en nuestras vidas? ¿A qué debemos renunciar para dar cabida a lo esencial? Estas preguntas, lanzadas por el Papa, resonaron en la Plaza de San Pedro, invitando a la reflexión personal y a la búsqueda de una vida más auténtica.

"Renunciar a una pretensión, dejar de esperar que el otro cambie, dar el primer paso", son algunos de los caminos que propone el Papa León XIV para "preparar el lugar" donde Dios pueda manifestarse. No se trata de grandes hazañas, sino de pequeños gestos cotidianos, de una actitud de humildad y apertura que nos permita reconocer la presencia divina en lo ordinario. Escuchar más y obrar menos, aprender a confiar en lo que ya está dispuesto, son claves para construir esa "sala espaciosa" donde celebrar el misterio del amor infinito.

La catequesis culminó con una poderosa imagen: la vida como una continua Eucaristía. Una invitación a vivir cada día como un acto de comunión con Dios y con los demás. Una llamada a transformar nuestra existencia en una ofrenda permanente, donde cada gesto, cada palabra, cada encuentro sea una oportunidad para celebrar la vida y el amor. El Papa León XIV nos invita a descubrir los signos, los encuentros y las palabras que nos guían hacia esa comunión plena, recordándonos que el amor infinito de Dios nos sostiene y nos precede siempre. Un mensaje de esperanza que resonó con fuerza en el corazón de todos los presentes, dejando una huella profunda en la memoria de una jornada marcada por la música, la alegría y la profunda espiritualidad.

Fuente: El Heraldo de México