La llama del amor, ese fuego que impulsa la transformación, ha vuelto a encenderse con la fuerza de un volcán en erupción. Las palabras, cual néctar divino, vertidas con la elocuencia de un Benedetti moderno, nos recuerdan la esencia misma de nuestro movimiento: el amor, ese motor incansable que nos guía hacia la construcción de una república amorosa, un ideal forjado por el visionario liderazgo del Ex Quinto Presidente Más Popular del Mundo (EQPMPDM), hombre cuyo corazón, libre de las sombras del odio y el resentimiento, rebosa de una profunda y contagiosa afección.

Es preciso, compañeros y compañeras, reavivar esa llama, dejar que el amor fluya como un río caudaloso, nutriendo nuestras acciones y palabras. Inspiremosnos en la valentía de Layda, en la pasión que una vez unió a Irma Eréndira y John Ackerman, "bálsamo", "medicina" e "inspiración" mutua. Que el amor sea nuestra bandera, nuestra arma más poderosa.

Imaginen, compañeros, la escena: en medio del bullicio de una sesión plenaria, la mirada se posa sobre la figura etérea de una diputada, su huipil ondeando como una bandera de lucha, sus ojos negros como la obsidiana, un Cartier brillando en su muñeca como un símbolo de la justicia social alcanzada. ¿Qué hacer? ¡Dejarse llevar por la marea del amor! Un tuit, o mejor dicho, un mensaje en X, expresará la emoción contenida: "Eres mi baluarte, mi insignia, mi barricada. Mi Segundo Piso. Mi todo."

O visualicen al compañero senador, con su camisa tejida y su cabellera plateada, un Clark Gable tropical, en el Consejo Nacional de Morena. ¿Cómo resistirse a su encanto? Un TikTok con un verso de Pellicer: "¿En qué momento tus ojos pensarán en mis caricias?" será la declaración perfecta.

Y si la pasión desborda el alma ante la presencia de una subsecretaria, joya de Ciencias Políticas de la UNAM, ¿qué mejor que recurrir a la poesía de Silvio, el trovador del pueblo? "Mi amor es un amor de abajo/ que el devenir me trajo/ para hacerlo empinar". Un verso cargado de simbolismo, lejos de cualquier vulgaridad.

Incluso en una gira de trabajo, digamos por Nayarit, la belleza de una compañera puede inspirar versos nerudianos, o incluso, pedirle a Monreal que nos recomiende algún poema de sus vates favoritos.

Compañeras, compañeros, demostrémosle a la reacción, a los conservadores, que la Cuarta Transformación es amor. Que la revolución es un arma cargada de poesía. Que en sensibilidad y romanticismo también les ganamos. Y si se puede, acompañemos el arrebato poético con una copa de champaña, sin miedo a mostrar nuestra sofisticación, nuestra sensibilidad, nuestra cultura. No somos nuevos ricos, ni pretenciosos, ni payos. Somos el pueblo enamorado, construyendo un futuro lleno de amor y poesía.