
6 de agosto de 2025 a las 07:10
Despierta del coma en plena cirugía
La historia de Danella Gallegos ha conmocionado a Nuevo México y ha encendido un debate a nivel nacional sobre los protocolos de donación de órganos. A sus 38 años, Danella se encontraba en una situación vulnerable, sin hogar y luchando contra una emergencia médica que la sumió en un coma profundo en 2022. El Hospital Presbiteriano de Albuquerque, donde recibía atención, pintó un panorama desolador a su familia: Danella nunca se recuperaría. Ante este pronóstico devastador, la familia, con el corazón roto, tomó la difícil decisión de donar sus órganos.
Imaginen el peso de esa decisión. Despedirse de un ser querido, creyendo que su lucha ha terminado. La familia de Danella vivió ese desgarrador proceso, visitándola en el hospital, compartiendo recuerdos y, finalmente, diciéndole adiós. Relataron momentos de profunda tristeza, pero también de inquietante esperanza. Aseguran haber visto lágrimas en los ojos de Danella durante las despedidas, un detalle que los médicos desestimaron como un mero reflejo, una respuesta fisiológica sin conexión con la consciencia.
Días después, en la víspera de la operación, la incertidumbre volvió a azotar a la familia. Una de las hermanas de Danella, aferrada a la mano de su ser querido, percibió un leve movimiento. La convicción de que Danella estaba consciente crecía en su interior, pero sus súplicas fueron ignoradas por el personal médico, quienes atribuyeron la percepción a la angustia emocional del momento.
El día de la intervención, mientras Danella era preparada para la cirugía de extracción de órganos, lo impensable sucedió. En la sala preoperatoria, justo antes de que le administraran la morfina, Danella despertó del coma que la había mantenido cautiva durante más de cuatro años. La sorpresa y la conmoción se apoderaron del equipo médico. Sin embargo, según el testimonio de Danella, el director médico, a pesar del despertar milagroso, ordenó proseguir con el procedimiento. Una orden que afortunadamente no se llevó a cabo gracias a la intervención de otros médicos presentes que se negaron a continuar.
“Me siento muy afortunada”, declaró Danella a la prensa local, “pero también es una locura pensar que estuvieron cerca de terminar las cosas muy diferentes”. Sus palabras resuenan con la fuerza de quien ha regresado del abismo, pero también con la inquietud de saber cuán cerca estuvo de perder la vida, no por su enfermedad, sino por un sistema que, en su caso, pareció fallar.
Este caso ha abierto una caja de Pandora. ¿Fueron seguidos correctamente los protocolos para determinar la muerte cerebral? ¿Existió una presión indebida para la donación de órganos? ¿Se minimizaron las observaciones de la familia, quienes percibieron signos de consciencia en Danella? Estas son solo algunas de las preguntas que exigen respuestas y que han puesto en el ojo del huracán al Hospital Presbiteriano de Albuquerque. La historia de Danella nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de la vida, la importancia de una comunicación transparente entre médicos y familiares, y la necesidad de revisar y fortalecer los protocolos de donación de órganos para garantizar que un milagro, como el de Danella, no se convierta en una tragedia.
Fuente: El Heraldo de México