Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Historia

6 de agosto de 2025 a las 04:25

Descubre la Plaza de los Muertos: ¿Paraíso cannábico?

En el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, entre el bullicio del Eje Central y la tranquila calle Belisario Domínguez, se encuentra la Plaza de la Concepción, un oasis de historia y tradición que ahora se suma a la lista de puntos 4:20, espacios designados para el consumo lúdico de marihuana. A simple vista, la plaza se presenta como un remanso de paz en medio del ajetreo citadino. Sus bancas invitan al descanso bajo la sombra de los árboles, y la modesta capilla que se alza en su centro parece una silenciosa guardiana de los secretos del pasado. Sin embargo, pocos conocen la verdadera historia de este emblemático lugar, una historia que va más allá de la devoción y se adentra en el misterio de la muerte.

La Plaza de la Concepción se erige sobre lo que alguna vez fue Cuepopan-Tlaquechiuhca, un barrio de la antigua Tenochtitlan que fue escenario de feroces batallas entre los mexicas y los tepanecas de Azcapotzalco. La historia prehispánica resuena en cada piedra de la plaza, susurrando relatos de un pasado guerrero y glorioso. Con la llegada de los españoles, el barrio se transformó, adaptándose a la nueva realidad, pero la plaza conservó el nombre de Cuepopan, un eco de la grandeza precolombina.

En 1530, en este mismo lugar, se construyó el imponente convento de la Inmaculada Concepción, un baluarte de la fe católica que se convirtió en uno de los más grandes e importantes de la ciudad. Hoy en día, solo quedan vestigios de su antiguo esplendor: la iglesia y parte del claustro, mudos testigos del paso del tiempo. Frente a este imponente conjunto, a mediados del siglo XVIII, se levantó la pequeña capilla que hoy conocemos como Capilla de La Conchita.

Dedicada a Santa Lucía de Siracusa, la capilla formó parte integral del conjunto conventual de la Concepción, y los habitantes del barrio la adoptaron como suya, llamándola cariñosamente "La Conchita". Sin embargo, a pesar de su privilegiada ubicación, a finales del siglo XVIII, la capilla cayó en desuso y fue abandonada, sumiéndose en un silencio inquietante.

Con la llegada de las Leyes de Reforma, a mediados del siglo XIX, el ayuntamiento de la ciudad le dio un nuevo propósito, uno muy diferente al de la oración y la devoción. La capilla se convirtió en un depósito de cadáveres, un silencioso hogar para aquellos que no contaban con los recursos para un funeral digno. Imaginen el contraste: la pequeña capilla, antes llena de rezos y cantos, ahora albergando los restos de los olvidados.

Los relatos de la época hablan de la "gaveta", un tranvía que recorría las calles de la ciudad recogiendo los cuerpos y transportándolos hasta el Panteón de Dolores, en las cercanías de Chapultepec. Este lúgubre pasado le otorgó a la capilla un nuevo nombre, uno que resonaba con el misterio y la muerte: la Capilla de los Muertos.

Ahora, en este mismo lugar, con una historia tan rica y compleja, se abre un nuevo capítulo. La Plaza de la Concepción, con su capilla como testigo silencioso, se convierte en un espacio de tolerancia para el consumo lúdico de marihuana. Un espacio donde la historia, la tradición y la modernidad convergen en una singular yuxtaposición. La Capilla de los Muertos, testigo de la vida y la muerte, observa ahora el inicio de una nueva era. Un espacio donde el pasado y el presente se entrelazan, invitándonos a reflexionar sobre la evolución de las costumbres y la persistencia de la historia en el corazón de la ciudad.

Fuente: El Heraldo de México