Adentrarse en las páginas de Cometierra es sumergirse en un universo de dolor silencioso, un mundo donde la tierra guarda los secretos de los ausentes. Dolores Reyes, con una prosa poética y desgarradora, nos presenta a una mujer excepcional, capaz de conectar con el dolor más profundo de las familias que buscan a sus seres queridos desaparecidos. No se trata de una simple historia de detectives o de una denuncia social, aunque ambas estén presentes. Cometierra es una exploración de la fragilidad humana, una mirada a la oscuridad que se cierne sobre quienes viven con la incertidumbre de la ausencia.

La imagen de Cometierra ingiriendo tierra para conectar con los desaparecidos es perturbadora, visceral. Es un acto desesperado que refleja la impotencia ante la violencia, ante la impunidad. Este ritual, tan íntimo como devastador, nos confronta con la realidad de un país donde la desaparición se ha convertido en una tragedia cotidiana. Reyes no busca respuestas fáciles, no ofrece soluciones mágicas. Nos invita a compartir el dolor de la espera, la angustia de la incertidumbre, la rabia ante la injusticia. Nos coloca frente al espejo de una sociedad rota, donde la violencia se esconde tras la fachada de la normalidad.

La figura del victimario, un herrero aparentemente común, refuerza la idea de que el mal puede acechar en cualquier rincón, que la amenaza no siempre viene con rostro de monstruo. Esta representación del agresor como alguien integrado a la comunidad, intensifica el horror y nos recuerda la vulnerabilidad que nos rodea. La normalidad se convierte en una máscara que oculta la barbarie, y la desconfianza se instala como un mecanismo de defensa.

La prosa de Reyes es un bálsamo y una herida al mismo tiempo. Su capacidad para describir el dolor con tanta precisión y sensibilidad nos conmueve hasta lo más profundo. Cometierra no es una lectura fácil, es una experiencia que nos marca, que nos obliga a reflexionar sobre la realidad que nos rodea. No se trata de buscar refugio en la ficción, sino de utilizar la literatura como una herramienta para comprender el mundo, para confrontar nuestros miedos y para exigir justicia.

Como bien apunta Isabel Coixet, la literatura nos abre puertas a habitaciones del alma que desconocíamos. Cometierra es precisamente eso: una llave que nos permite acceder a la intimidad del dolor, a la complejidad de la pérdida y a la fuerza de la esperanza que, a pesar de todo, se niega a extinguirse. Leer Cometierra es un acto de resistencia, una forma de honrar la memoria de las víctimas y de exigir un futuro donde la violencia no sea la norma. ¿Hasta cuándo seguiremos tolerando esta realidad? ¿Qué podemos hacer para cambiar este panorama desolador? Estas son las preguntas que resuenan en nuestra mente después de cerrar el libro, preguntas que nos interpelan como individuos y como sociedad. La obra de Dolores Reyes no nos ofrece respuestas, pero nos invita a buscarlas, a no quedarnos indiferentes ante el dolor ajeno.