
6 de agosto de 2025 a las 12:30
Baila con Omar: Pasión y alegría
Omar Carrum, un nombre que resuena con fuerza en los círculos de la danza contemporánea mexicana, no se percibe a sí mismo como un creador solitario, sino como un ensamblador de ideas, un tejedor de movimientos y emociones que encuentra su fuerza en la colaboración. Su visión, forjada a lo largo de tres décadas de incansable trabajo, desafía la noción del artista individualista y abraza la potencia creativa de la colectividad. Para Carrum, la danza no es un acto en solitario, sino un diálogo, un encuentro donde las ideas se entrelazan y se transforman en algo nuevo y vibrante. "La supervivencia de la danza", afirma con convicción, "requiere disciplina, pero sobre todo colaboración, gestión y cuidado mutuo".
Desde la fundación de Delfos Danza Contemporánea en Mazatlán, junto a Víctor Manuel Ruiz y Claudia Lavista, Carrum plantó una semilla de resistencia contra el centralismo cultural. Su apuesta por una producción artística desde la periferia, con rigor y compromiso, floreció en un espacio de pensamiento y acción que ha nutrido a generaciones de artistas integrales, cuyas huellas ahora se encuentran en compañías nacionales e internacionales. Delfos no solo fue una compañía, sino un semillero de talento, una prueba tangible de que la excelencia artística puede germinar en cualquier rincón, desafiando las geografías impuestas.
En su búsqueda constante por expandir los límites del cuerpo y la expresión, Carrum ha transitado por diversos caminos. Desde la dirección de Alquimia Escénica, un espacio dedicado a la investigación teatral y la docencia con un enfoque psico-afectivo, hasta la exploración del lenguaje corporal en el cine a través de la videodanza, cortometrajes y largometrajes, su inquietud creativa no conoce fronteras. Para Carrum, el cuerpo no es una entidad aislada, sino una compleja intersección de emoción, psique y pensamiento, una unidad indivisible que se expresa en cada movimiento, en cada gesto.
Su labor docente, impregnada de la filosofía del "aprender a aprender", lo define no como un maestro en el sentido tradicional, sino como una guía que acompaña y se nutre del diálogo con sus alumnos. En el Diplomado Voces del Cuerpo, por ejemplo, integra diversas disciplinas y cuestiona la excesiva especialización, promoviendo una visión holística del aprendizaje. Carrum cree en el poder del asombro y la interacción, en la construcción colectiva del conocimiento, donde cada participante aporta su propia voz al coro del aprendizaje.
La llama que alimenta su pasión creativa es la necesidad de conmover y conmoverse. No busca transformar el mundo con su arte, sino generar un impacto palpable en su entorno, en las personas que lo acompañan en este viaje, ya sea en el escenario o desde la butaca. Sus obras, reflejo de inquietudes personales y colectivas, exploran temas como la identidad, el cuerpo fragmentado, las relaciones humanas, la diversidad, la violencia, la memoria y la pertenencia. En un mundo que a menudo exalta al individuo, Carrum reivindica la fuerza del colectivo en el arte escénico.
El reconocimiento a su trayectoria llega con la Medalla Luis Fandiño, un galardón que, en el marco del décimo Festival Internacional de Danza Contemporánea de la Ciudad de México, celebra su aporte artístico, pedagógico y ético. Para Carrum, este premio tiene un significado profundo, una conexión directa con la herencia de Luis Fandiño, uno de los más importantes formadores de bailarines en México, de quien heredó la pasión por la danza y el compromiso de enseñar con entrega y una sonrisa. Esta medalla no es solo un reconocimiento individual, sino un símbolo de la continuidad de una tradición, un eslabón en la cadena de maestros y creadores que han tejido la rica historia de la danza mexicana.
Fuente: El Heraldo de México