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5 de agosto de 2025 a las 09:20

Un futuro sin calles

La invisibilidad se ha convertido en el manto que cubre a miles de personas en la Ciudad de México. Los vemos, sí, envueltos en cartones, buscando la escasa sombra de un edificio o el resguardo precario de un puente en días de lluvia. Niñas y niños, con la inocencia robada por la crudeza de la calle, jugando a ser malabaristas en los semáforos, convirtiendo la necesidad en un espectáculo forzado. Nos hemos acostumbrado a su presencia, como si fueran parte del mobiliario urbano, un elemento más del paisaje. Pero, ¿qué hay detrás de esa aparente normalidad? ¿Qué historias se esconden tras esos rostros marcados por el sol, la intemperie y el abandono?

Las cifras oficiales, mil 124 personas en situación de calle según la SEBIEN, se quedan cortas, demasiado cortas. Organizaciones como Peinando Sonrisas, que trabajan día a día con esta población, estiman que la realidad es mucho más cruda, alcanzando una cifra cercana a las 30 mil personas. La movilidad constante de estas personas, la falta de un registro preciso y, sobre todo, la invisibilidad a la que son sometidas, dificultan la obtención de datos certeros. Lo que sí es una certeza dolorosa es la presencia de niños, niñas y adolescentes, incluso personas con discapacidad, expuestos a un sinfín de riesgos en la jungla de asfalto.

La falta de oportunidades, la ausencia de redes de apoyo, el estigma social… todo un cóctel explosivo que empuja a muchos de ellos hacia la delincuencia, perpetuando el ciclo de violencia y pobreza del que intentan escapar. Porque, contrario a lo que muchos piensan, no están en la calle por elección. Muchos huyen de situaciones de maltrato, de hogares rotos, de la desesperanza que ahoga cualquier posibilidad de un futuro digno.

Marimar Cosio, fundadora de Peinando Sonrisas, lo sabe bien. Desde hace 18 años, ha sido testigo del creciente número de personas que habitan el espacio público, entre ellos migrantes de Venezuela, Belice y Guatemala, buscando una oportunidad que les fue negada en su tierra. Recuerda con tristeza casos de niños de apenas tres años, con la mirada perdida y el cuerpo consumido por la desnutrición.

Con la convicción de que un simple gesto puede transformar una vida, Marimar y su equipo acuden cada 15 días a la Alameda Central. No solo llevan comida, ropa y artículos de higiene personal, sino también la posibilidad de un corte de cabello, un acto que va más allá de la estética. Es un recordatorio de su propia humanidad, una forma de mirarse al espejo y reconocerse como personas valiosas, dignas de respeto y atención.

Pero Marimar no se conforma con aliviar las necesidades inmediatas. Consciente de que la verdadera transformación requiere de herramientas que permitan a estas personas construir un futuro, se ha unido al Colegio Nacional de Integración Profesional (CONAIP). El objetivo es claro: brindarles la oportunidad de estudiar, de obtener un certificado de bachillerato o incluso una licenciatura o ingeniería a través de un solo examen, abriendo las puertas a un empleo formal, a la seguridad social y a la posibilidad de romper, de una vez por todas, con el círculo vicioso de la pobreza. Esta iniciativa, además, se extenderá a familias de escasos recursos, ampliando el alcance de la esperanza.

La labor de Peinando Sonrisas, como la de tantas otras organizaciones, se sostiene gracias a la solidaridad. Tú también puedes ser parte de este cambio. Dona ropa, alimentos, productos de higiene personal o únete al voluntariado. Cada pequeño aporte suma, cada gesto de apoyo es una semilla de esperanza en el árido terreno de la indiferencia. Infórmate y únete a esta causa a través de su página de Instagram: peinandosonrisasmx. Porque la verdadera transformación social se construye entre todos.

Fuente: El Heraldo de México