
5 de agosto de 2025 a las 09:20
Sheinbaum: ¿La próxima presidenta?
La sorprendente popularidad de la Presidenta Sheinbaum, alcanzando un 75% de aprobación a pesar de un inicio de mandato turbulento, despierta un análisis profundo sobre las razones detrás de este fenómeno y las oportunidades que se abren para el futuro del país. A diferencia de lo que muchos preveían, su camino no ha sido un paseo triunfal, sino más bien una travesía por un campo minado de desafíos económicos y políticos. La economía, ya de por sí frágil, se ha visto aún más golpeada por la incertidumbre generada por las tensiones comerciales con Estados Unidos, las amenazas y la retórica agresiva proveniente del norte. A esto se suma la oposición interna, incluso dentro de sus propias filas, que ha sembrado obstáculos en su camino.
Sin embargo, contra todo pronóstico, la Presidenta ha logrado navegar con éxito estas aguas turbulentas. A diferencia de otros mandatarios, Sheinbaum no ha recurrido al nacionalismo exacerbado como estrategia política. Paradójicamente, han sido los ataques del ex-presidente Trump, cuya imagen en México es ampliamente desfavorable, los que han fortalecido su posición. Estos ataques, lejos de erosionar su imagen, han generado un efecto contrario, uniendo a la población en torno a la figura presidencial y debilitando a la oposición que, equivocadamente, apostó por el desgaste de Sheinbaum y el apoyo a Trump. Este fenómeno, similar al observado en Canadá, demuestra cómo la retórica agresiva puede despertar sentimientos nacionalistas y consolidar el liderazgo del país receptor de las críticas.
Los resultados de una reciente encuesta publicada en El Heraldo de México confirman esta tendencia. Un contundente 68% de los encuestados califica el desempeño de Sheinbaum frente a Trump como "bueno" o "muy bueno", mientras que solo un 13% lo considera "malo". Este amplio margen de aprobación le otorga a la Presidenta un capital político invaluable y una oportunidad única para impulsar tres acciones clave que podrían definir su sexenio.
En primer lugar, la tan esperada reforma electoral. Si bien cuenta con el apoyo necesario en el Congreso para aprobarla, la legitimidad de esta reforma dependerá de su capacidad para generar consensos. Si bien se reconoce la trayectoria democrática de figuras como Pablo Gómez, existen dudas sobre el compromiso democrático de otros actores políticos. México necesita una reforma que erradique las mafias partidistas, la corrupción y garantice la representación justa de mayorías y minorías. Esto solo se logrará a través de un diálogo inclusivo que integre las voces críticas y fortalezca la democracia.
En segundo lugar, la Presidenta debe consolidar su poder a través de cambios estratégicos en su equipo. El poder presidencial no se hereda ni se otorga automáticamente, se construye día a día y se consolida con la percepción de la ciudadanía. Es crucial que se rodee de personas capaces y comprometidas con su proyecto político. Es necesario liberarse de los lastres que impiden el avance del país.
Finalmente, la reciente experiencia con nuestros socios comerciales ha demostrado que no son necesariamente nuestros aliados. México debe diversificar sus relaciones internacionales con prudencia y determinación. La reactivación de la diplomacia presidencial es un paso importante, pero no suficiente. Es hora de recuperar el liderazgo internacional que México tuvo en el pasado y proyectar una visión de futuro sólida y propositiva. El momento es propicio para construir un México más fuerte, más justo y más influyente en el escenario global.
Fuente: El Heraldo de México