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5 de agosto de 2025 a las 03:15

¡Salvajes instintos!

La controversia ruge en Dinamarca, donde el Zoológico de Aalborg ha encendido un feroz debate con su peculiar solicitud de donaciones. No se trata de dinero, ni de juguetes, sino de algo mucho más impactante: mascotas vivas destinadas a convertirse en alimento para los depredadores del zoológico. Conejillos de indias, conejos, pollos e incluso caballos, según la institución, formarán parte de una iniciativa que busca emular la cadena alimentaria natural.

La justificación del zoológico se centra en el bienestar animal. Argumentan que ofrecer presas vivas, aunque previamente sacrificadas, proporciona una experiencia de alimentación más enriquecedora y estimulante para los carnívoros bajo su cuidado. Según ellos, esta práctica fomenta comportamientos naturales de caza y contribuye a una dieta más completa y balanceada que la que se consigue con carne procesada. Incluso se atreven a hablar de "integridad profesional" al replicar las condiciones de la vida silvestre.

Sin embargo, la propuesta ha generado una oleada de reacciones, dividiendo a la opinión pública entre la comprensión y la indignación. La publicación en Facebook, ilustrada con la imagen imponente de un gato montés, ha superado las mil reacciones y ha forzado al zoológico a restringir los comentarios a aquellos usuarios que siguen la página desde hace más de 24 horas. Este detalle revela la intensidad del debate y la necesidad de controlar el flujo de opiniones, muchas de ellas, abiertamente críticas.

Mientras algunos aplauden la iniciativa como una forma ética y natural de alimentar a los depredadores, otros la condenan como un acto de crueldad innecesaria. La idea de entregar a una mascota, un miembro de la familia para muchos, para ser devorado, resulta profundamente perturbadora para un sector de la población. Se cuestiona la ética de "sacrificar suavemente" animales domésticos con el único fin de alimentar a otros animales, y se plantea la posibilidad de que existan alternativas menos controvertidas.

Las voces críticas, como la de Helge Jørgensen, califican la iniciativa como "perversa y degradante", acusando al zoológico de fomentar la indiferencia hacia los animales. Señalan que este tipo de prácticas contribuyen a un "triste subdesarrollo" en la forma en que la sociedad danesa percibe y trata a los animales.

En el otro extremo del espectro, encontramos testimonios como el de Camilla Lyngholm, quien relata una experiencia positiva al donar un caballo al zoológico. Describe el proceso como "silencioso y sereno", elogiando la profesionalidad y el cuidado del personal. Para ella, la donación fue un acto de amor y respeto hacia su animal.

La ironía y el sarcasmo también se hacen presentes en el debate, como lo demuestra el comentario de Trine Hansen-Jensen, quien pregunta con mordacidad si el zoológico aceptaría niños como donación. La respuesta, aunque cargada de humor negro, reafirma la política de la institución: solo se aceptan animales con plumas o piel.

El caso del Zoológico de Aalborg pone de manifiesto la complejidad de la relación entre los humanos y los animales, y la dificultad de encontrar un equilibrio entre el bienestar animal, la conservación de las especies y las sensibilidades éticas de una sociedad cada vez más consciente de los derechos de todos los seres vivos. La pregunta sigue en el aire: ¿es esta práctica una forma legítima de replicar la naturaleza en cautiverio, o una muestra de insensible crueldad disfrazada de ciencia? El debate continúa, y la controversia está lejos de apagarse.

Fuente: El Heraldo de México