
5 de agosto de 2025 a las 09:20
Redefiniendo el futuro: México y EEUU
La reciente conversación telefónica entre la presidenta Sheinbaum y el presidente Trump ha abierto un nuevo capítulo en la compleja relación entre México y Estados Unidos. Si bien la suspensión temporal de los aranceles ofrece un respiro, la prórroga de 90 días no es una victoria definitiva, sino el inicio de una carrera contrarreloj donde México debe demostrar su capacidad para negociar con firmeza y proteger sus intereses nacionales. Este plazo no es un cheque en blanco, sino una oportunidad para replantear los términos de la relación bilateral y construir una estrategia a largo plazo que beneficie a ambas naciones.
La exigencia estadounidense va más allá de lo comercial. Se vislumbra una presión creciente en temas migratorios, de seguridad y combate al narcotráfico, áreas donde México deberá actuar con responsabilidad y proponiendo soluciones conjuntas, sin ceder ante presiones que comprometan nuestra soberanía. La interconexión entre estos temas demuestra que la visión de Trump de una política exterior integral hacia México se está materializando, lo que exige una respuesta estratégica y coordinada por parte de nuestro país.
La eliminación de barreras no arancelarias, uno de los puntos centrales de la negociación, presenta tanto oportunidades como riesgos. Si bien la simplificación de regulaciones y trámites puede impulsar la competitividad de la región, es crucial evitar que este proceso se convierta en un mecanismo para imponer condiciones desfavorables a las empresas mexicanas o redefinir los acuerdos del T-MEC en beneficio de intereses particulares. La transparencia y la defensa de condiciones justas y equitativas deben ser prioridades en este proceso.
En este escenario, la posición de México como socio estratégico de Estados Unidos cobra mayor relevancia. Nuestra proximidad geográfica, la integración de nuestras cadenas de suministro y la calificada mano de obra mexicana son activos indispensables para la economía norteamericana, especialmente en el contexto de la competencia global con China. Es fundamental que esta interdependencia se reconozca y se traduzca en un diálogo basado en el respeto mutuo y la búsqueda de soluciones beneficiosas para ambas partes. No se trata de una relación de dependencia, sino de una alianza estratégica en la que cada país aporta valor y contribuye a la estabilidad regional.
Estos 90 días son cruciales. No se trata simplemente de ganar tiempo, sino de construir una nueva dinámica en la relación bilateral. México debe aprovechar esta oportunidad para presentar una visión clara y contundente, defendiendo sus intereses con firmeza y promoviendo una cooperación mutuamente beneficiosa que fortalezca la región en su conjunto. El futuro de la relación bilateral depende de la capacidad de ambos países para trascender las posiciones confrontativas y construir un entendimiento basado en la cooperación, el respeto y la visión de futuro compartida. Es tiempo de negociar con inteligencia, estrategia y firmeza.
Fuente: El Heraldo de México