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5 de agosto de 2025 a las 16:10
Neumáticos nuevos y viejos: ¿Peligro al volante?
Cuidar nuestros neumáticos es mucho más que inflarlos a la presión correcta. Aunque parezca un detalle menor, la combinación de llantas nuevas y viejas puede desatar una cascada de problemas en nuestro vehículo, impactando no solo su rendimiento, sino también nuestra seguridad y, por supuesto, nuestro bolsillo. Imaginen esto: circulando bajo la lluvia, al tomar una curva el auto se desliza inesperadamente. Esta pérdida de control puede ser la consecuencia directa de un desequilibrio en la adherencia generado por la disparidad entre las llantas. Las nuevas, con su dibujo profundo y mayor agarre, se comportan de manera diferente a las viejas, cuyas ranuras desgastadas tienen una capacidad de evacuación de agua mucho menor. Este contraste crea una lucha de fuerzas que puede resultar en una peligrosa pérdida de tracción, especialmente en condiciones de baja adherencia.
Y no se trata solo de la lluvia. Incluso en seco, la diferencia de agarre puede afectar la estabilidad, especialmente en maniobras bruscas o a altas velocidades. El auto puede tender a sobrevirar o subvirar, haciendo que la conducción sea impredecible e insegura. Además del evidente riesgo de accidentes, esta inestabilidad genera un desgaste irregular en los componentes de la suspensión, dirección y transmisión, lo que se traduce en costosas reparaciones a largo plazo.
Más allá de la seguridad y el manejo, la combinación de llantas nuevas y viejas afecta directamente la eficiencia del combustible. Unas llantas desgastadas generan mayor resistencia a la rodadura, obligando al motor a trabajar más para mantener la velocidad. Esto se traduce en un mayor consumo de combustible y, por ende, un gasto innecesario en la gasolinera. Si sumamos el costo de las reparaciones derivadas del desgaste irregular a la pérdida de eficiencia, nos damos cuenta de que el supuesto ahorro de no cambiar las cuatro llantas a la vez se convierte en un gasto mucho mayor a largo plazo.
Entonces, ¿qué debemos hacer? La recomendación de los expertos es clara: lo ideal es cambiar las cuatro llantas al mismo tiempo. Esto garantiza un comportamiento homogéneo del vehículo, maximizando la seguridad, la eficiencia y la vida útil de los componentes. Si por alguna razón esto no es posible, la prioridad debe ser cambiar las llantas traseras primero, incluso si las delanteras parecen más desgastadas. Esto se debe a que las llantas traseras son cruciales para mantener la estabilidad del vehículo, especialmente en situaciones de emergencia. Unas llantas traseras nuevas proporcionan un mayor agarre y ayudan a prevenir el sobreviraje, una situación mucho más difícil de controlar que el subviraje.
En resumen, aunque pueda parecer un gasto considerable, invertir en cuatro llantas nuevas al mismo tiempo es una inversión en seguridad, eficiencia y tranquilidad. No se trata solo de cambiar un pedazo de goma, sino de garantizar un óptimo funcionamiento del vehículo y, lo más importante, proteger nuestra vida y la de quienes nos rodean. Recuerda, la seguridad no es un lujo, es una necesidad.
Fuente: El Heraldo de México