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5 de agosto de 2025 a las 09:40

México: ¿ignorando su propio futuro?

La idea de una "biosfera del pensamiento", una capa invisible que nos envuelve y conecta a todos a través de nuestras ideas y conocimientos, resulta fascinante, ¿no es cierto? Pierre Teilhard de Chardin, con su concepto de la noosfera, nos invitó a imaginar un futuro donde la inteligencia colectiva nos guiara hacia la cooperación y el bien común. Un siglo después, esta visión se antoja más urgente que nunca. Sin embargo, la noosfera no es una entidad mágica que nos salvará por sí sola. Su potencial reside en nuestra capacidad de transformar la información en conocimiento, y el conocimiento en sabiduría. De lo contrario, lo que obtenemos es un ruido ensordecedor, un caos de voces donde la propaganda y la posverdad ahogan la razón.

Lamentablemente, México se está convirtiendo en un triste ejemplo de cómo desaprovechar el poder de la noosfera. En lugar de cultivar la inteligencia colectiva, pareciera que nos empeñamos en socavarla sistemáticamente. La ciencia, ese motor indispensable para el progreso, es relegada a un segundo plano. Decisiones cruciales en materia de salud, energía y medio ambiente se toman de espaldas a la evidencia, priorizando ideologías obsoletas sobre el conocimiento científico. La política energética, por ejemplo, insiste en aferrarse a combustibles fósiles mientras el mundo avanza hacia las energías renovables. Esto no es soberanía, es un suicidio a cámara lenta.

La opacidad se ha convertido en la norma. La transparencia, vital para el funcionamiento de la noosfera, es asfixiada. El debilitamiento de instituciones como el INAI y la manipulación de datos oficiales nos impiden acceder a la verdad y participar en la toma de decisiones con información sólida. La participación ciudadana se reduce a simulacros, a consultas populares sin rigor metodológico ni representatividad real, diseñadas para validar decisiones preestablecidas, no para enriquecer el debate público.

El conocimiento, en lugar de ser valorado, es visto como una amenaza. Recortes a universidades, centros de investigación y organismos técnicos envían un mensaje claro: el pensamiento crítico estorba. La polarización digital, alimentada desde el propio discurso oficial, transforma las redes sociales en campos de batalla donde la razón se pierde entre insultos y descalificaciones. El "nosotros contra ellos" fragmenta la inteligencia colectiva, impidiendo el diálogo constructivo.

Lo más doloroso es el desperdicio de potencial. México, con sus jóvenes hiperconectados, sus universidades de prestigio y sus vibrantes comunidades científicas y artísticas, podría ser un ejemplo de cómo construir una noosfera próspera. Sin embargo, hemos optado por el camino contrario: controlar la información, debilitar instituciones y despreciar la ciencia. Mientras el mundo avanza hacia la inteligencia colaborativa, nosotros nos aferramos a la política del capricho y la ocurrencia.

La noosfera es la red de inteligencia más poderosa que la humanidad ha creado. Ignorarla es condenarse a la ceguera en un mundo en constante transformación. México necesita una noocracia, un gobierno que escuche a la ciencia, que respete la evidencia y que base sus decisiones en datos, no en ocurrencias. Observamos con envidia a aquellos países que apuestan por la inteligencia colectiva y prosperan, y con preocupación a aquellos que la desprecian y se hunden. La historia nos enseña que la ignorancia política no solo frena el desarrollo, lo destruye.

Un país que desprecia la inteligencia colectiva cava su propia tumba. No hay soberanía en el oscurantismo ni grandeza en el desprecio por la ciencia. Cada dato ocultado, cada institución debilitada, cada voz crítica silenciada es un paso más hacia el abismo. La noosfera nos ofrece la oportunidad de ser parte de una inteligencia planetaria capaz de enfrentar los desafíos más urgentes de nuestro tiempo. México debe decidir si se suma a este esfuerzo o si prefiere quedarse atrás, atrapado en la mediocridad. Cuando la política convierte al conocimiento en enemigo, el país entero se convierte en rehén de la ignorancia. No hay excusas. O México abraza la noosfera, o la historia lo juzgará con severidad.

Fuente: El Heraldo de México