
5 de agosto de 2025 a las 20:00
Justicia para el delegado de FGR en Tamaulipas.
La sombra de la violencia se cierne nuevamente sobre Tamaulipas, dejando tras de sí una estela de consternación e incertidumbre. El brutal atentado que arrebató la vida de Ernesto Vázquez, delegado de la Fiscalía General de la República (FGR) en la entidad, ha sacudido los cimientos de la seguridad pública y ha encendido las alarmas a nivel nacional. La promesa de justicia, pronunciada con firmeza por la presidenta Claudia Sheinbaum, resuena en medio del clamor popular que exige un alto a la impunidad.
Desde el corazón del poder, en Palacio Nacional, la mandataria ha asegurado el compromiso irrestricto del gobierno federal en el esclarecimiento de este crimen. El Gabinete de Seguridad, con la minuciosidad que exige la gravedad del caso, se ha abocado a la tarea de recabar información, analizar evidencias y coordinar esfuerzos con la Fiscalía para dar con los responsables. La promesa de justicia no es una mera declaración, es un compromiso inquebrantable con la sociedad y con la memoria del funcionario caído en el cumplimiento de su deber.
Las calles de Reynosa, escenario de este trágico suceso, se han convertido en un mudo testigo del horror. El video del atentado, que circula con la velocidad de un rayo en las redes sociales, muestra la crudeza de la violencia que azota a la región. La imagen del delegado Vázquez, herido y vulnerable, contrasta con la valentía de un ciudadano anónimo que, sin importar el peligro, intenta auxiliarlo. Este acto de heroísmo, en medio de la barbarie, nos recuerda que la esperanza y la solidaridad aún laten en el corazón de los mexicanos.
La camioneta del delegado, escoltada por elementos de seguridad, fue interceptada por un convoy armado en las inmediaciones de la Plaza Engrei del Boulevard Hidalgo. Una granada, detonada con la precisión de un plan meticulosamente trazado, marcó el inicio del ataque. Herido, Vázquez abandona el vehículo en un intento desesperado por escapar de sus agresores, pero el comando armado lo alcanza y lo acribilla sin piedad. La escena, reconstruida a partir de los testimonios y las evidencias recabadas, dibuja un panorama desolador y pone en evidencia la audacia y la impunidad con la que operan los grupos criminales en la zona.
El asesinato de Ernesto Vázquez no es un hecho aislado. Es un doloroso recordatorio de la fragilidad de la paz y la seguridad en un país que lucha por erradicar la violencia. Es un llamado a la unidad, a la cooperación y a la acción decidida para combatir la impunidad y construir un futuro donde la justicia prevalezca. La investigación, a cargo de las autoridades competentes, deberá desentrañar los hilos que conducen a los autores intelectuales y materiales de este crimen. La sociedad, expectante, exige respuestas y resultados concretos. La justicia, no solo para Ernesto Vázquez, sino para todos los mexicanos, es una deuda pendiente que no puede esperar.
Fuente: El Heraldo de México