Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Turismo

5 de agosto de 2025 a las 23:15

Frena el turismo masivo: ¿Cuáles son los países que ya lo hacen?

El turismo, un arma de doble filo: ¿bendición económica o condena cultural?

La industria turística, motor económico global que mueve billones de dólares y representa un porcentaje significativo del PIB mundial, se ha convertido en una paradoja. Mientras que para muchos países representa una fuente vital de ingresos y una ventana al mundo, para otros se ha transformado en una amenaza a su identidad cultural y a la calidad de vida de sus habitantes. El choque entre la necesidad económica y la preservación cultural se intensifica, obligando a gobiernos a implementar medidas drásticas para controlar el flujo turístico y mitigar sus impactos negativos.

El caso de Venecia es paradigmático. La "ciudad de los canales", inundada anualmente por millones de turistas que superan ampliamente a su población residente, se ve forzada a implementar tasas de acceso a su centro histórico. Imaginen, una ciudad histórica convertida en un museo al aire libre, donde sus habitantes son meros espectadores del desfile incesante de visitantes. El cobro de cinco euros para el acceso, la limitación de participantes en tours guiados y las tarifas diferenciadas según la anticipación de la reserva, son medidas desesperadas para controlar la marea humana que amenaza con ahogar la esencia misma de Venecia.

Japón, tierra de tradiciones milenarias y serena contemplación, también sufre las consecuencias del turismo masivo. La veneración por el silencio y el respeto por el espacio personal, pilares de la cultura japonesa, se ven vulnerados por la irrupción de turistas que, ajenos a estas costumbres, alteran la armonía del país. Carteles con normas de comportamiento, multas por fotografiar geishas sin consentimiento y restricciones al tamaño del equipaje son algunas de las medidas implementadas para preservar la identidad cultural japonesa frente al embate del turismo. Incluso la contemplación del majestuoso Monte Fuji se ha visto afectada, con la instalación de pantallas negras en los puntos fotográficos más populares, una imagen que habla por sí sola del impacto del turismo descontrolado.

El Partenón, joya arquitectónica de la Grecia clásica, también sufre las consecuencias de su propia fama. La limitación diaria de visitantes al Acrópolis de Atenas es un testimonio de la fragilidad del patrimonio histórico frente a la presión del turismo masivo. La necesidad de proteger estas maravillas arquitectónicas de la erosión causada por el flujo constante de visitantes obliga a restringir el acceso, un dilema que pone de manifiesto la tensión entre la difusión cultural y la preservación del patrimonio.

Las Islas Galápagos, santuario de la biodiversidad, son otro ejemplo de la vulnerabilidad de los ecosistemas frente al turismo descontrolado. El cobro de tarifas de acceso, tanto para turistas extranjeros como nacionales, es una medida necesaria para financiar la protección de este frágil ecosistema y controlar el impacto de la presencia humana. La belleza natural de las Galápagos, un tesoro invaluable para la humanidad, requiere medidas de protección que garanticen su preservación para las futuras generaciones.

La gentrificación, un fenómeno estrechamente ligado al turismo, agrava aún más la situación. El aumento de los precios de la vivienda, el desplazamiento de los residentes locales y la transformación de los barrios tradicionales en zonas turísticas homogeneizadas son consecuencias directas de la presión del turismo masivo. Ciudades como Barcelona, Ámsterdam y, en menor medida, ciudades mexicanas como San Miguel de Allende o Tulum, experimentan los efectos de la gentrificación, un proceso que transforma el tejido social y económico de las ciudades, generando desigualdades y tensiones entre residentes y turistas.

El turismo, en su forma actual, plantea un desafío global. La búsqueda de un equilibrio entre los beneficios económicos y la preservación cultural y ambiental es crucial para asegurar la sostenibilidad de esta industria. La implementación de medidas de control, la educación de los turistas sobre las costumbres locales y la promoción de un turismo responsable y sostenible son claves para mitigar los impactos negativos y garantizar que el turismo sea una fuerza positiva para el desarrollo, tanto para los visitantes como para las comunidades receptoras. El futuro del turismo depende de nuestra capacidad para encontrar un modelo que respete el patrimonio cultural y natural, y que beneficie a todos, no solo a unos pocos.

Fuente: El Heraldo de México