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5 de agosto de 2025 a las 22:30
Esposa salva a Rey Grupero del suicidio
La transformación de Luis Alberto Ordaza, el "Rey Grupero", es una historia de resiliencia y superación que va mucho más allá de las bromas y la comedia que lo caracterizan en redes sociales. Desde los quince años, el influencer libró una batalla silenciosa contra la adicción, un monstruo que creció con él y que amenazó con consumirlo por completo. Imaginen la oscuridad que debe haber experimentado, el laberinto sin salida en el que se convirtió su vida al depender de sustancias como la cocaína, las pastillas y el tusi. Un cóctel de químicos que nublaban su mente y lo alejaban de la realidad.
Su confesión, valiente y conmovedora, revela la fragilidad que se esconde tras la máscara del humor. Nos muestra a un hombre al borde del precipicio, a punto de saltar al vacío sin red de seguridad. Ese instante, al borde del bungee sin cuerda, se convierte en una metáfora de su vida: una caída libre hacia la autodestrucción. La intervención de Fernanda Roche, su esposa, fue un faro en medio de la tormenta. Sus palabras, cargadas de amor y preocupación, lo hicieron recapacitar, lo trajeron de vuelta a la tierra. "Tienes que pensar en tu vida, tu futuro y llegar lejos", le dijo, y esas palabras resonaron en lo más profundo de su ser.
El camino hacia la recuperación no fue fácil. "Al principio me costó mucho trabajo", confiesa el Rey Grupero. Pero la fuerza de voluntad, el amor por su familia y el deseo de un futuro mejor lo impulsaron a seguir adelante. Imaginen la lucha interna, las tentaciones, los fantasmas del pasado que seguramente lo acechaban. Sin embargo, perseveró. Y en esa perseverancia encontró la luz. "Después me di cuenta de que al dejarlo me sentía súper. Hoy, ya no me siento enfermo", afirma con la convicción de quien ha ganado una batalla crucial.
La ayuda, aunque rechazada en su forma tradicional, estuvo presente. La figura de Julio César Chávez y su hija Nicky, extendiendo la mano con la posibilidad de un tratamiento gratuito en su clínica, es un testimonio de la solidaridad que existe incluso en los momentos más oscuros. El Rey Grupero decidió recorrer su propio camino, pero el simple gesto de apoyo seguramente significó mucho para él.
En su búsqueda de sanación, encontró refugio en la fe. "Me agarré de Dios", declara, y aunque algunos se burlen de su nueva espiritualidad, él se mantiene firme en su convicción. Prefiere la luz a la oscuridad, la esperanza a la desesperación. Las alucinaciones, las parálisis del sueño, las voces que lo atormentaban son ahora un recuerdo lejano, una enseñanza que lo ha fortalecido.
La historia del Rey Grupero es un recordatorio de que la adicción no discrimina, que puede afectar a cualquiera, sin importar su fama o fortuna. Es una historia de esperanza, de redención, de la capacidad del ser humano para levantarse después de la caída. Es un testimonio de que siempre hay una salida, una luz al final del túnel, y que el amor y la fe pueden ser las herramientas más poderosas para encontrarla. Hoy, Luis Alberto Ordaza, el Rey Grupero, no solo ha recuperado su vida, sino que se ha convertido en un ejemplo de superación para muchos. Su transformación es un mensaje de aliento para quienes luchan contra sus propios demonios, una prueba de que sí se puede.
Fuente: El Heraldo de México