
5 de agosto de 2025 a las 09:20
Desmontando el odio: entiende su lógica
En tiempos de creciente polarización, donde las redes sociales amplifican los discursos extremistas y la violencia simbólica se normaliza, es crucial comprender la dinámica del odio y sus mecanismos de propagación. La obra de René Girard, particularmente "El chivo expiatorio" y "La violencia y lo sagrado", nos ofrece una lente invaluable para analizar este fenómeno. Girard argumenta que la violencia, inherente a la condición humana, busca una salida, un catalizador que evite la implosión del grupo social. Este catalizador, en muchas ocasiones, toma la forma de un "chivo expiatorio", un individuo o grupo al que se le atribuyen los malestares colectivos, justificando así la agresión y la exclusión.
Este mecanismo, aunque aparentemente propio de sociedades primitivas, se manifiesta de formas sutiles en la modernidad. Ya no se trata de sacrificios rituales, sino de linchamientos mediáticos, campañas de desprestigio y discursos de odio que estigmatizan y deshumanizan al "otro". La lógica sacrificial permanece: se elige una víctima, se le atribuye la culpa y se justifica la violencia en su contra. El discurso de odio, en este sentido, se convierte en una herramienta poderosa para canalizar la frustración y el resentimiento social, construyendo una falsa unidad a través de la exclusión.
Observemos, por ejemplo, los discursos islamófobos, antisemitas o xenófobos. En ellos, el inmigrante, el diferente, se convierte en la encarnación de la amenaza, el responsable de la inseguridad y la pérdida de identidad. Su eliminación, ya sea simbólica, política o incluso física, se presenta como una necesidad para restaurar el orden y la pureza del grupo. La exclusión se disfraza de justicia, la violencia se legitima como un acto de defensa.
La genialidad de Girard reside en conectar este mecanismo con el cristianismo. El sacrificio de Cristo, según su interpretación, expone la violencia inherente al mecanismo del chivo expiatorio y, al mismo tiempo, lo subvierte. Jesús, la víctima inocente por excelencia, se convierte en el símbolo de todos los chivos expiatorios a lo largo de la historia. Su sacrificio no busca la violencia redentora, sino la revelación de la injusticia inherente a la lógica sacrificial.
El olvido de esta enseñanza, argumenta Girard, contribuye a la proliferación de la violencia en la modernidad. El cardenal Raniero Cantalamessa, estudioso del pensamiento girardiano, ha insistido en la necesidad de redescubrir el mensaje cristiano de no-violencia como antídoto al ciclo de odio y venganza que nos acecha. La Eucaristía, en esta perspectiva, se convierte en el "sacramento de la no-violencia", un recordatorio constante de la inocencia de las víctimas y la necesidad de romper con la lógica sacrificial.
Nos encontramos, pues, ante un desafío crucial: reconocer las formas sutiles en que el mecanismo del chivo expiatorio opera en nuestras sociedades y construir una cultura de paz basada en el respeto, la empatía y el reconocimiento del otro. La obra de René Girard, junto con la reflexión teológica del Cardenal Cantalamessa, nos ofrecen herramientas fundamentales para emprender este camino. No se trata simplemente de condenar la violencia, sino de comprender sus raíces profundas y transformar las estructuras que la perpetúan. El futuro de nuestras sociedades depende de nuestra capacidad para romper el ciclo del odio y construir un mundo donde la justicia y la paz sean una realidad para todos.
Fuente: El Heraldo de México