
5 de agosto de 2025 a las 09:35
Consiga la prórroga (y lo que debe saber)
La tregua arancelaria entre México y Estados Unidos, aunque a primera vista un respiro, se asemeja a una espada de Damocles suspendida sobre la economía nacional. Noventa días parecen un plazo generoso, pero en el vertiginoso mundo del comercio internacional, este tiempo se evapora como agua en el desierto. La coincidencia con el inicio de las negociaciones para la "reforma" –o revisión, según la óptica– del TMEC, arroja una sombra de incertidumbre sobre el futuro de las relaciones comerciales. ¿Se trata de una simple coincidencia o de una estrategia calculada por parte de la administración Trump? La respuesta, aún incierta, mantiene en vilo a exportadores, inversionistas y a la población en general.
El "alto costo político" que menciona el autor, trasciende la esfera económica. Se perfila como una moneda de cambio en la compleja geopolítica bilateral, donde temas como la seguridad fronteriza, el narcotráfico y el combate a los cárteles se entrelazan en una madeja difícil de desenredar. La retórica agresiva del magnate neoyorquino, alimentada por la constante presión sobre el gobierno mexicano, podría escalar a exigencias aún mayores. No se trata solo de aranceles, sino de la soberanía nacional y la capacidad de México para dictar sus propias políticas. ¿Hasta dónde estará dispuesto a ceder el gobierno mexicano para apaciguar las demandas de su vecino del norte?
La especulación sobre la entrega de "personajes corruptos" vinculados al crimen organizado añade un ingrediente explosivo a la ecuación. Nombres como el del general Audomaro Martínez Zapata, ex director del Centro Nacional de Inteligencia, circulan en los pasillos del poder, alimentando teorías y conjeturas. Si bien se trata de versiones no confirmadas, la sola mención de estas posibilidades ilustra la fragilidad de la situación y el riesgo latente de que México se convierta en un peón en el juego político de Estados Unidos. ¿Se sacrificarán chivos expiatorios para mantener la estabilidad económica? ¿Se utilizará la lucha contra la corrupción como una cortina de humo para ocultar concesiones en otros ámbitos?
La prórroga de 90 días no es una victoria, sino una breve pausa en una batalla que apenas comienza. El gobierno de la 4T ha comprado tiempo, pero a un precio aún desconocido. La incertidumbre se cierne sobre el futuro de las relaciones bilaterales, y la verdadera naturaleza del acuerdo alcanzado se revelará en los próximos meses. Mientras tanto, la economía mexicana se mantiene en un estado de alerta, a la espera de las consecuencias de este pacto que, como un volcán dormido, amenaza con entrar en erupción en cualquier momento. La pregunta que todos nos hacemos es: ¿qué precio estará dispuesto a pagar México por la paz arancelaria? El tiempo, implacable, nos dará la respuesta.
Fuente: El Heraldo de México