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5 de agosto de 2025 a las 18:25
Chofer de Paco Stanley: ¿Jorge Gil vio al asesino?
La sombra del asesinato de Paco Stanley se alarga una vez más, proyectando su oscuridad sobre el presente. Las recientes declaraciones de Jorge Gil, otrora compañero inseparable del icónico conductor, han reabierto viejas heridas y avivado las brasas de un caso que parecía enterrado bajo el peso de los años. Gil, con una precisión casi quirúrgica, ha descrito el brutal ataque, reviviendo el horror de aquel 7 de junio de 1999. Cada bala, cada impacto, cada salpicadura de sangre, relatados con una crudeza que ha estremecido a la opinión pública y que ha desatado la furia contenida de Jorge García Escandón, exchofer de Stanley y uno de los principales sospechosos en su momento.
García Escandón ha roto el silencio que mantuvo durante años, no para ofrecer disculpas o justificaciones, sino para lanzar una acusación directa y contundente contra Gil. Lo señala como el responsable de su encarcelamiento, argumentando que si desde un principio hubiera declarado con la misma claridad con la que lo hace ahora, su vida habría tomado un rumbo completamente diferente. Dos años tras las rejas, la marca indeleble de la sospecha, el peso de la mirada pública, todo un calvario que, según Escandón, podría haberse evitado si Gil hubiera actuado con la verdad por delante.
La controversia gira en torno a la narrativa de Gil. Mientras que él asegura creer en la inocencia de Escandón, sus palabras parecen contradecirlo. ¿Por qué, se pregunta Escandón, si creía en su inocencia, sembró dudas sobre su comportamiento en el momento del ataque? ¿Por qué cuestionó su reacción, su aparente pasividad ante la tragedia que se desarrollaba frente a sus ojos? Estas interrogantes, lanzadas al aire como dardos envenenados, han reavivado la polémica y han puesto a Gil en el centro de la tormenta.
La insistencia de Gil en narrar con lujo de detalles el asesinato de Stanley, no solo ha despertado el dolor y la indignación de García Escandón, sino que también ha generado un profundo malestar en la sociedad. Muchos se preguntan cuál es el propósito de revivir un episodio tan doloroso, de hurgar en las heridas del pasado. ¿Se trata de una búsqueda legítima de justicia, o de un intento de protagonismo a costa del sufrimiento ajeno?
Para García Escandón, la respuesta es clara: Gil busca notoriedad, se alimenta del morbo público, y lo hace sin importar el daño que pueda causar. Cada entrevista, cada declaración, es una puñalada en su memoria, un recordatorio constante de la tragedia que marcó su vida para siempre. "Yo estoy tratando de olvidar", confiesa con voz quebrada, mientras que Gil, parece empeñado en mantener viva la llama del recuerdo, sin importarle las consecuencias.
La pregunta que flota en el ambiente es si las declaraciones de Gil aportan algo nuevo a la investigación, o si simplemente contribuyen a alimentar el circo mediático. ¿Hay alguna información relevante que justifique la crudeza de sus relatos? ¿O se trata simplemente de un ejercicio de voyeurismo colectivo, una macabra fascinación por los detalles escabrosos de un crimen que conmocionó al país?
El tiempo, ese juez implacable, tendrá la última palabra. Mientras tanto, la sombra de Paco Stanley sigue presente, recordándonos que la verdad, a veces, puede ser tan elusiva como la justicia.
Fuente: El Heraldo de México