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5 de agosto de 2025 a las 04:00
Casco obligatorio: ¿Mito o realidad para ciclistas en CDMX?
Circular en bicicleta por la Ciudad de México se ha convertido en una alternativa cada vez más popular, ya sea por convicción ecológica, por salud o simplemente para sortear el tráfico. Sin embargo, navegar el entramado urbano sobre dos ruedas requiere un conocimiento preciso de las normas de tránsito, especialmente aquellas que velan por la seguridad del ciclista. Mucho se dice sobre la obligatoriedad del casco, y es ahí donde surge la primera aclaración crucial: si bien el Reglamento de Tránsito de la CDMX no exige su uso para el conductor, sí lo hace imprescindible para los menores de cinco años que viajen como pasajeros.
Esta salvedad, contemplada en el Artículo 37 del Reglamento, pone de manifiesto la prioridad de proteger a los más vulnerables. No basta con llevarlos en la bicicleta; es obligatorio que los pequeños ocupen una silla especial firmemente sujeta a la unidad y, por supuesto, que porten un casco protector. La normativa va más allá, contemplando también la posibilidad de transportar a menores en cabinas, remolques o estructuras que ofrezcan protección lateral, bandas reflejantes y un cinturón de seguridad para el torso. Estas medidas, pensadas para minimizar los riesgos, subrayan la importancia de la responsabilidad del ciclista al transportar menores.
Ahora bien, aunque el casco no sea obligatorio para el conductor adulto, la prudencia y el sentido común sugieren su uso. Imaginemos la diferencia que puede marcar en caso de una caída o un impacto. Además, en condiciones de poca o nula visibilidad, el Reglamento exige el uso de aditamentos que permitan a otros conductores detectar la presencia del ciclista. Si bien no se especifica el color, la práctica habitual –y altamente recomendable– es utilizar luces blancas en la parte delantera y luces rojas en la trasera. Esta simple medida puede ser la diferencia entre un trayecto seguro y un potencial accidente.
Más allá de las exigencias del Reglamento, existe un conjunto de recomendaciones que, si bien no son obligatorias, contribuyen significativamente a la seguridad y comodidad del ciclista experimentado. Hablamos de elementos como guantes, espejos retrovisores, timbre y ropa con elementos reflejantes. Los guantes, por ejemplo, no sólo protegen las manos en caso de caída, sino que también mejoran el agarre al manubrio, especialmente en condiciones de lluvia. Los espejos retrovisores, por su parte, amplían el campo de visión, permitiendo al ciclista anticiparse a las maniobras de otros vehículos. El timbre, aunque a veces subestimado, es una herramienta fundamental para advertir nuestra presencia a peatones y conductores. Finalmente, la ropa con elementos reflejantes aumenta nuestra visibilidad, especialmente en horas de poca luz o en condiciones climáticas adversas.
Es importante comprender que estas recomendaciones no son simples caprichos de ciclistas experimentados. Son fruto de la experiencia y la consciencia de los riesgos inherentes a la circulación en bicicleta en una ciudad tan compleja como la CDMX. Si bien ninguno de estos elementos garantiza la invulnerabilidad ante un accidente, su uso conjunto crea una red de seguridad que minimiza los riesgos y optimiza la experiencia de conducción. En definitiva, se trata de circular con responsabilidad, priorizando la seguridad propia y la de los demás. Recuerda, la bicicleta es un medio de transporte eficiente y saludable, pero su uso responsable requiere conocimiento, precaución y un compromiso activo con la seguridad vial.
Fuente: El Heraldo de México