
5 de agosto de 2025 a las 17:25
Batalla de calorías: ¿Tamal o chilaquiles?
El dilema del desayuno mexicano: ¿Guajolota o Chilaquiles? Una batalla entre la tradición y el bienestar que se libra cada mañana en las mesas de miles de hogares. Ambas opciones, arraigadas en la cultura culinaria del país, despiertan pasiones y antojos, pero ¿cuál es la mejor elección para quienes buscan un desayuno nutritivo y que los impulse a lo largo del día?
La torta de tamal, cariñosamente apodada "guajolota", es un monumento a la contundencia. Imaginen: un esponjoso bolillo abrazando un tamal, ya sea bañado en salsa verde, roja o el complejo y aromático mole. Una explosión de sabor en cada mordisco, sin duda, pero también una considerable dosis de carbohidratos y grasas. La combinación del pan y la masa del tamal, ambos derivados del maíz, crea una sinfonía de carbohidratos que, si bien sacia el hambre con creces, puede resultar en un exceso de calorías, oscilando entre 600 y 800 por porción. A esto se suma la manteca, ingrediente esencial en la preparación del tamal, y las salsas, a menudo cargadas de sodio y con escaso aporte de proteínas o vegetales. Un festín para el paladar, sí, pero un desafío para la cintura.
En la otra esquina del ring encontramos a los chilaquiles con huevo, una opción que, si bien no está exenta de calorías, ofrece mayor versatilidad y potencial para un desayuno equilibrado. La base de totopos, crujientes y dorados, se cubre con una vibrante salsa roja o verde, y se corona con la joya de la corona: un huevo estrellado o revuelto, fuente invaluable de proteína de alta calidad que prolonga la sensación de saciedad.
Aquí es donde reside la clave: la preparación. A diferencia de la guajolota, donde la manteca y las salsas ricas en sodio son protagonistas indiscutibles, los chilaquiles permiten un mayor control sobre los ingredientes. Optar por una salsa casera, con menos aceite y una cantidad moderada de totopos, transforma este platillo en una opción considerablemente más saludable. Además, la adición de ingredientes frescos como cebolla, queso fresco en porciones pequeñas, e incluso espinacas o champiñones, eleva su valor nutricional.
Imaginen unos chilaquiles con totopos horneados, salsa verde preparada con tomates, chiles y hierbas frescas, un huevo estrellado con la yema dorada y escurridiza, y una pizca de queso fresco desmoronado por encima. Un desayuno delicioso y satisfactorio, que aporta energía sin sacrificar el sabor ni el bienestar.
En conclusión, si bien la guajolota ocupa un lugar especial en el corazón y el estómago de muchos mexicanos, su alta densidad calórica y menor aporte nutricional la convierten en una opción que debe disfrutarse con moderación. Los chilaquiles, por otro lado, se presentan como una alternativa más versátil y adaptable a un estilo de vida saludable, siempre y cuando se preparen con conciencia y se cuiden las porciones. La próxima vez que se encuentren ante la disyuntiva del desayuno, recuerden: un plato de chilaquiles bien preparados puede ser la clave para comenzar el día con energía y equilibrio.
Fuente: El Heraldo de México