La madrugada del domingo en Ensenada, Buenos Aires, se tiñó de violencia e indignación. Un altercado entre una pareja, originado al parecer por mensajes recibidos en el celular de la mujer de 27 años, escaló a niveles inimaginables. La discusión, que comenzó en la vía pública, tomó un giro drástico cuando el hombre de 33 años, visiblemente alterado, decidió abandonar la escena en su vehículo. La mujer, en un intento desesperado por detenerlo, se aferró al capó del coche.

Lo que siguió fue una escena digna de una película de terror. El hombre, haciendo caso omiso a la precaria situación de su pareja, arrancó el vehículo y la arrastró por cuatro cuadras. Las cámaras de seguridad, mudos testigos de la brutalidad, captaron cada segundo del terrible suceso. La mujer, aferrada con todas sus fuerzas al capó, se convirtió en un macabro adorno sobre el metal, mientras el coche circulaba por las calles de Ensenada.

Imaginen la angustia, el terror que debe haber sentido esa mujer, el viento golpeando su rostro, el asfalto cada vez más cerca, la incertidumbre de lo que podría suceder. Cada metro recorrido era una batalla contra el miedo, contra la desesperación, contra la violencia irracional de su pareja.

Finalmente, agotada y con el cuerpo magullado, la mujer se soltó, impactando violentamente contra el asfalto. Las lesiones en su rostro y cuerpo eran el testimonio palpable de la violencia sufrida. Afortunadamente, personal del SAME llegó rápidamente al lugar para asistirla. A pesar del dolor y el shock, la mujer se negó a ser trasladada a un hospital. Su prioridad, en ese momento, era la justicia.

Con una determinación admirable, se dirigió directamente al Ministerio Público a interponer una denuncia contra su agresor. Mientras tanto, el hombre, ajeno aparentemente al daño causado, regresó al lugar donde había abandonado a su pareja. Quizás pensó que la encontraría allí, arrepentida, suplicando su perdón. Pero lo que encontró fue a la policía, lista para detenerlo. La justicia, aunque lenta, comenzaba a actuar.

El hombre fue arrestado y trasladado a la comisaría, acusado de "lesiones en contexto de violencia de género". Este caso, que ha conmocionado a la comunidad, nos recuerda la cruda realidad de la violencia machista que aún persiste en nuestra sociedad. Es un llamado a la reflexión, a la acción, a la necesidad de construir una sociedad donde las mujeres puedan vivir libres de violencia, donde el respeto y la igualdad sean la norma, no la excepción.

La valentía de esta mujer, su decisión de no callar, de buscar justicia, es un ejemplo para todas. Es un recordatorio de que la lucha contra la violencia de género es una tarea de todos, que debemos estar alerta, que debemos denunciar cualquier acto de violencia, que debemos construir una sociedad donde el amor no rime con dolor, donde el respeto sea el lenguaje universal. No podemos permitir que estas historias se repitan. No podemos seguir siendo cómplices del silencio. La vida de las mujeres está en juego.