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5 de agosto de 2025 a las 07:45
ADN de familiares identifica cuerpos en Guerrero
La angustia que carcomen los corazones de las familias de personas desaparecidas en Acapulco, Guerrero, se palpa en el aire. Un aire denso, cargado de incertidumbre y esperanza a partes iguales. La reciente jornada de toma de muestras genéticas, celebrada en la Casa Pastoral Cristo Rey, se convierte en un faro, una pequeña luz en la inmensa oscuridad de la desesperación. Más que una simple recolección de datos, este acto representa la lucha incansable de quienes se niegan a olvidar, de quienes se aferran a la posibilidad de encontrar a sus seres queridos, de darles un nombre, una historia, un final digno.
Mil ciento veinticuatro perfiles genéticos esperan en el panteón ministerial de Chilpancingo y la morgue del puerto, mudos testigos de una tragedia que azota a Guerrero. Novecientos cuerpos, cada uno con una carpeta, un número de investigación, una historia inconclusa, yacen en Chilpancingo, a la espera de una coincidencia, de un “match” que les devuelva su identidad y les permita, finalmente, descansar en paz. Sergio Ceballos, padre buscador e integrante de la colectiva Familias de Acapulco en Busca de sus Desaparecidos, lo explica con la crudeza de quien conoce el dolor de cerca: la necesidad de ampliar la base de datos es crucial, es la llave que podría abrir las puertas a la verdad y a la justicia.
La jornada, organizada por la Fiscalía General del Estado a petición de las familias, es un paso importante, pero también un reflejo de la alarmante situación. La urgencia de identificar y entregar los cuerpos en calidad de desconocidos es una tarea titánica, agravada por la falta de recursos y personal especializado. A lo largo del 2025, los colectivos han localizado restos humanos dispersos por la ciudad, fragmentos de vidas truncadas que esperan ser reconstruidas. Sin embargo, la escasez de especialistas forenses en la entidad, con un único profesional dedicado a esta labor, se convierte en un cuello de botella que retrasa la identificación y prolonga la agonía de las familias.
El miedo, un fantasma omnipresente, silencia a muchas familias que, presas del terror, no se atreven a denunciar. Este silencio, comprensible pero devastador, dificulta aún más la tarea de identificación, alimentando un círculo vicioso de impunidad y dolor. Imaginen la cantidad de cuerpos que podrían corresponder a personas no denunciadas, cuerpos sin nombre que esperan en la sombra, a la espera de una voz que los reclame.
Ciento veinte personas han sido identificadas en lo que va del año, una cifra que, a primera vista, podría parecer alentadora. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Ciento dieciocho de estos casos corresponden a personas localizadas en el mismo periodo, mientras que solo dos corresponden a desaparecidos entre 2018 y 2020. ¿Qué ocurre con los casos de larga data? ¿Qué ocurre con las familias que llevan años buscando, que han entregado sus muestras, que se aferran a la esperanza con la fuerza de la desesperación?
Los Servicios Médicos Forenses del estado se encuentran al límite de su capacidad, desbordados por la trágica realidad que azota a Guerrero. Las muestras genéticas recogidas del 4 al 10 de agosto se integrarán a un banco de datos, un archivo de la esperanza donde cada perfil genético representa una vida, una historia, una familia que espera. La lucha continúa, impulsada por el amor y la inquebrantable determinación de quienes se niegan a olvidar.
Fuente: El Heraldo de México