
4 de agosto de 2025 a las 12:10
Secretos oscuros de Mussolini
La Copa del Mundo de 1934, celebrada en Italia bajo la sombra del régimen de Mussolini, se reviste de un aura singular, una mezcla de fascinación deportiva y tensiones políticas que aún hoy en día despierta debates. Imaginen la escena: Europa, un continente convulsionado, acogiendo por primera vez el torneo que coronaría al mejor equipo del mundo. La FIFA, en un gesto que la historia juzgaría con severidad, no sólo permitió que la Italia fascista fuera la sede, sino que pareció mirar con buenos ojos el despliegue propagandístico del Duce.
El torneo en sí mismo fue un espectáculo de contrastes. Por un lado, la expansión del número de participantes, de 13 a 16, reflejaba el creciente interés global por el fútbol. Por otro, la ausencia del campeón defensor, Uruguay, y de otras selecciones sudamericanas, ponía de manifiesto las dificultades logísticas de la época. Atravesar el Atlántico en barco era una odisea costosa y agotadora, un sacrificio que muchos países no estaban dispuestos a realizar. Brasil y Argentina, con su pasión futbolera a flor de piel, fueron las únicas representantes del continente americano, un testimonio de su inquebrantable amor por el deporte rey.
El camino de Italia hacia la gloria estuvo marcado por la polémica. Si bien su debut fue una aplastante victoria por 7-1 sobre Estados Unidos, los siguientes encuentros se resolvieron por la mínima diferencia. La final, contra Checoslovaquia, se extendió hasta el tiempo extra, culminando en un ajustado 2-1 a favor de los locales. La leyenda, alimentada por el secretismo y la propaganda del régimen, habla de una intervención directa de Mussolini, quien habría amenazado al equipo con la premisa de "gloria o muerte". ¿Mito o realidad? La historia no ha podido dilucidar completamente este enigma.
La presencia de cuatro jugadores argentinos en la selección italiana añade otra capa de complejidad al relato. Dos de ellos, Luis Monti y Atilio Demaria, habían defendido los colores de Argentina en el Mundial de 1930. Monti, atrapado en las redes de la política, confesaría años más tarde el dilema que lo atormentaba: "Si ganaba en Uruguay, me mataban, y si perdía en Italia, me fusilaban". Un testimonio desgarrador que revela la presión asfixiante que se cernía sobre los jugadores.
Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, México veía frustradas sus aspiraciones mundialistas. A pesar de una destacada actuación en las eliminatorias, una derrota por 4-2 ante Estados Unidos, con cuatro goles de Aldo Donelli, dejó a la selección mexicana fuera de la competición. Un golpe duro para un equipo que soñaba con brillar en el escenario internacional. La historia, cruel a veces, se repetiría cuatro años más tarde en Francia 1938.
Finalmente, la figura de Oldřich Nejedlý, el goleador del torneo con cinco tantos, merece ser destacada. Este extremo izquierdo checoslovaco, a pesar de su brillante actuación individual, no pudo evitar la derrota de su equipo en la final. Su título de goleo, oficializado por la FIFA décadas más tarde, en 2006, es un reconocimiento tardío a su talento y un recordatorio de que, a veces, la gloria individual no es suficiente para alcanzar la victoria colectiva. El Mundial de 1934, un torneo marcado por la controversia y la emoción, dejó una huella imborrable en la historia del fútbol.
Fuente: El Heraldo de México