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5 de agosto de 2025 a las 02:35
Rescatemos a Noa, rehén en Gaza.
La desesperación se palpa en cada fotograma del desgarrador video. La imagen de Evyatar David, un joven de apenas 24 años, reducido a la sombra de lo que fue, con la mirada perdida y la voz quebrada, excavando lo que él mismo denomina su propia tumba, es un puñetazo en el estómago. Más allá de la crudeza de la escena, se percibe la estrategia calculada de Hamás, que utiliza la vida de este joven, y de otros como él, como moneda de cambio en un conflicto que parece no tener fin. La imagen de David comiendo directamente de una lata de legumbres, racionando su escaso alimento para sobrevivir, es una bofetada a la conciencia internacional. El calendario rudimentario que lleva, marcando los días con la crueldad de la escasez, es un testimonio silencioso del sufrimiento que padecen estos rehenes.
No se trata solo de la falta de alimento. Es la angustia de la incertidumbre, la desesperación de sentirse abandonado, la pérdida de la esperanza. Las palabras de David, dirigidas directamente al Primer Ministro Netanyahu, resuenan con la fuerza de la verdad desnuda: "¿Todo lo que he aprendido y con lo que he crecido es una mentira?". Esa pregunta, lanzada al vacío desde las profundidades de un túnel en Gaza, interpela no solo al gobierno israelí, sino a toda una sociedad, a todo un sistema. ¿Qué valor tienen las promesas de protección y seguridad cuando un joven se siente abandonado a su suerte en manos del enemigo?
La publicación de este video, y del anterior mostrando a Rom Braslavski en un estado similar de desnutrición, pone de manifiesto la crueldad de la guerra y el precio que pagan los inocentes. Hamás juega una partida macabra, utilizando la imagen de estos jóvenes cautivos como herramienta de presión. Cada fotograma, cada palabra pronunciada con dificultad por David, es un grito silencioso que exige una respuesta. Una respuesta que no puede limitarse a la condena o la indignación, sino que debe traducirse en acciones concretas para lograr un alto el fuego y la liberación de los rehenes.
La extrema delgadez de David, su voz débil, sus movimientos lentos, todo en él habla de un deterioro físico y psicológico alarmante. El tiempo corre en su contra, y la comunidad internacional no puede permanecer impasible ante este drama humano. La presión sobre Israel para que ceda a las exigencias de Hamás aumenta con cada día que pasa, y la vida de Evyatar David, y de los demás rehenes, pende de un hilo. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto tiempo más podrán resistir? ¿Cuánto tiempo más tardará en llegar la tan ansiada tregua humanitaria? La respuesta, por desgracia, aún se desconoce, pero la urgencia de la situación exige una acción inmediata. No podemos permitir que la imagen de Evyatar David, excavando su propia tumba, se convierta en un símbolo de la indiferencia del mundo.
Este no es solo un problema político o militar. Es una cuestión de humanidad. Es la historia de un joven que se aferra a la vida con la esperanza de volver a ver a su familia, una esperanza que se desvanece con cada día que pasa en cautiverio. Es un llamado a la conciencia del mundo, un recordatorio de que detrás de las cifras y las estadísticas, hay personas reales que sufren. Personas como Evyatar David, que merecen una oportunidad de vivir.
Fuente: El Heraldo de México