
5 de agosto de 2025 a las 00:15
Reforma electoral: ¿inclusión real o solo palabras?
La iniciativa de reforma electoral anunciada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha abierto un intenso debate sobre el futuro de la democracia en México. Arturo Sánchez Gutiérrez, ex-consejero electoral del INE, ha puesto el dedo en la llaga al subrayar la crucial necesidad de consenso en este proceso. No se trata, afirma con contundencia, de una simple cuestión de números, de encuestas que midan el sentir popular sobre la cantidad de diputados plurinominales. La construcción de nuevas leyes electorales, las reglas del juego democrático, exige una labor mucho más profunda y participativa. Como bien recuerda Sánchez, todas las reformas electorales significativas en la historia de México han sido fruto del diálogo, del acuerdo entre las diversas fuerzas políticas, mayoritarias y minoritarias. Este no es un juego de suma cero, donde unos ganan y otros pierden. Se trata de construir un sistema que represente a todos, que garantice la voz de todas las corrientes ideológicas y la participación efectiva de la ciudadanía en la toma de decisiones.
La propuesta de Sheinbaum Pardo, que incluye un sistema de mayoría relativa con representación de las primeras minorías, plantea interrogantes cruciales sobre la representación política en la Cámara de Diputados. Sánchez, con su vasta experiencia en el ámbito electoral, nos invita a reflexionar sobre la complejidad de este tema. No existe una fórmula mágica, una solución única. A lo largo de la historia, politólogos y académicos han desarrollado múltiples modelos de representación, cada uno con sus ventajas y desventajas. La comisión encargada de elaborar la iniciativa de reforma tiene la enorme responsabilidad de analizar estas alternativas, de estudiar a fondo las experiencias de otros países y, sobre todo, de escuchar las voces de todos los actores involucrados.
La inclusión, insiste Sánchez, es fundamental. La comisión debe ser un espacio abierto al diálogo, a la participación de académicos, exconsejeros electorales, magistrados del Tribunal Electoral y representantes de la sociedad civil. Solo a través de un debate plural y enriquecedor se podrá llegar a un consenso que fortalezca la democracia mexicana. Más allá de la representación política, hay otros temas cruciales que merecen una profunda reflexión. Sánchez subraya la importancia de restaurar y garantizar la autonomía de los órganos electorales. La elección popular de consejeros y magistrados, advierte, no es suficiente para asegurar su independencia. Se necesitan mecanismos robustos que blinden a estas instituciones de presiones políticas y garanticen su imparcialidad en la organización y supervisión de los procesos electorales. El futuro de la democracia mexicana está en juego. La reforma electoral no puede ser un mero trámite legislativo, sino un ejercicio de construcción colectiva, un pacto que renueve el compromiso con los principios democráticos y fortalezca la confianza de la ciudadanía en las instituciones. La voz de Arturo Sánchez Gutiérrez, con su experiencia y conocimiento del sistema electoral, es un llamado a la responsabilidad, a la altura de miras y al diálogo constructivo. Es hora de escuchar y de trabajar juntos para construir un México más democrático y justo.
Fuente: El Heraldo de México