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4 de agosto de 2025 a las 12:00

Escapa la Persecución

La maquinaria de propaganda morenista se ha puesto en marcha, desempolvando sus viejos trucos de distracción y difamación. Ante el creciente escándalo de la "Barredora" y las cada vez más evidentes conexiones del partido oficialista con el crimen organizado, recurren a su táctica favorita: fabricar culpables. El caso de Alejandro Moreno Cárdenas se ha convertido en el chivo expiatorio perfecto, una cortina de humo para ocultar la podredumbre que carcome las entrañas del poder. Mientras las pruebas de corrupción y narcopolítica se acumulan contra figuras clave del gobierno, se orquesta una persecución judicial sin fundamento contra un líder opositor. ¿Casualidad? No, es la estrategia cínica de un régimen que se tambalea ante la verdad.

Recordemos la cronología de los hechos: justo cuando las revelaciones sobre Adán Augusto López Hernández y sus vínculos con la trama de corrupción de "La Barredora" alcanzan su punto álgido, se intensifica la campaña de desprestigio contra Moreno Cárdenas. Es un patrón recurrente: cuando la realidad los acorrala, inventan enemigos. El desafuero contra el líder priista, desestimado por falta de pruebas, deja al descubierto la naturaleza espuria de las acusaciones. Se trata de un montaje judicial, una burda maniobra política para desviar la atención de los verdaderos responsables.

Pero la estrategia morenista no solo es cínica, es también peligrosa. Al instrumentalizar la justicia con fines políticos, se erosiona el Estado de Derecho y se mina la confianza en las instituciones. Se crea un clima de miedo e incertidumbre, donde la disidencia es silenciada y la verdad es perseguida. La persecución contra Moreno Cárdenas no es un caso aislado, es un síntoma de la enfermedad que aqueja a nuestra democracia. Es la evidencia de un régimen autoritario que utiliza el poder judicial como arma arrojadiza contra sus adversarios.

Frente a esta ofensiva autoritaria, la figura de Alejandro Moreno Cárdenas adquiere una nueva dimensión. Se convierte en un símbolo de la resistencia democrática, en la voz de quienes se niegan a callar ante la injusticia. Desde el exilio, continúa denunciando la corrupción y la impunidad que imperan en el país, alzando la voz por aquellos que no pueden hacerlo. Su liderazgo trasciende las siglas partidistas y se erige como un baluarte contra la tiranía.

La diferencia entre ambos proyectos políticos es abismal. Mientras MORENA se enreda en una maraña de escándalos de corrupción y narcopolítica, el PRI presenta pruebas contundentes ante las autoridades. Mientras el gobierno actual protege a criminales y fabrica culpables, la oposición exige justicia y transparencia. La línea que separa la verdad de la mentira, la justicia de la venganza, es cada vez más nítida.

La comunidad internacional observa con preocupación el deterioro de la democracia en México. Las alertas sobre la creciente influencia del crimen organizado en las esferas del poder se multiplican. La persecución política contra opositores, la manipulación de la justicia y el silenciamiento de la prensa crítica son señales inequívocas de un régimen que se aleja peligrosamente de los principios democráticos.

La lucha por la democracia en México es una tarea colectiva. Requiere la participación activa de todos los ciudadanos, de todas las fuerzas políticas comprometidas con la justicia y la libertad. Es una batalla contra la corrupción, contra la impunidad, contra el autoritarismo. Es una batalla por el futuro de nuestro país. Y en esta batalla, la figura de Alejandro Moreno Cárdenas se erige como un símbolo de esperanza, como un recordatorio de que la verdad, tarde o temprano, siempre prevalece.

POR LORENA PIÑÓN RIVERA

DIPUTADA FEDERAL

X: @lorenapignon_

Fuente: El Heraldo de México