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4 de agosto de 2025 a las 09:30

Domina tus hábitos: El poder de la rutina

Los hábitos, esas acciones que realizamos casi sin pensar, son la base de nuestro día a día. Desde cepillarnos los dientes hasta conducir al trabajo, estas rutinas automatizadas nos permiten ahorrar energía mental y concentrarnos en nuevos aprendizajes. Piensa por un momento en la primera vez que intentaste atarte los cordones de los zapatos. Probablemente te resultó un desafío enorme, requiriendo toda tu atención y concentración. Hoy, sin embargo, lo haces sin siquiera pensarlo, liberando tu mente para otras tareas. Este proceso de automatización es el resultado de la repetición constante, de la práctica incansable que convierte una acción compleja en un hábito arraigado.

La clave para establecer un hábito radica en la constancia. Cada vez que repetimos una acción, reforzamos las conexiones neuronales asociadas a ella, facilitando su ejecución en el futuro. Al principio, el esfuerzo es considerable, pero con la práctica, la acción se vuelve cada vez más fluida y automática. Es como tallar un camino en la montaña: al principio, el terreno es abrupto y difícil de transitar, pero con cada paso, la senda se define y el recorrido se vuelve más sencillo. Este principio se aplica a cualquier ámbito de nuestra vida, desde aprender un nuevo idioma hasta dominar una habilidad deportiva.

Pero, ¿qué ocurre cuando un hábito, en lugar de impulsarnos hacia nuestras metas, nos frena? Todos tenemos hábitos que nos limitan, que nos impiden alcanzar nuestro máximo potencial. Identificar estos hábitos disfuncionales es el primer paso para transformarlos. Este proceso de cambio requiere un esfuerzo consciente, una voluntad férrea para desaprender viejas rutinas y reemplazarlas por otras más beneficiosas. Es como desviar el curso de un río: requiere un gran esfuerzo inicial, pero una vez que el agua fluye por el nuevo cauce, el camino se consolida.

El desaprendizaje puede ser un proceso incómodo, incluso doloroso. Nuestro cerebro, acostumbrado a las viejas rutas neuronales, se resiste al cambio. Nos bombardea con excusas, nos susurra que es mejor quedarse como estamos, que el camino conocido es más seguro. Es en estos momentos cuando debemos recordar la satisfacción que experimentamos al dominar un nuevo hábito, la alegría de superar un desafío. Visualizar el logro de nuestros objetivos, el bienestar que nos proporcionará alcanzar nuestras metas, nos dará la fuerza necesaria para perseverar.

Recordemos la primera vez que montamos en bicicleta. Las caídas, los tropiezos, la frustración inicial. Y luego, la emoción de pedalear con libertad, el viento en la cara, la sensación de logro. Ese mismo sentimiento nos espera al otro lado del desaprendizaje, al conquistar nuevos hábitos que nos impulsen hacia la vida que deseamos. No se trata de un camino fácil, pero la recompensa bien vale la pena. Acepta el desafío, abraza el cambio y comienza a construir los hábitos que te llevarán a la cima de tus aspiraciones.

Fuente: El Heraldo de México