
4 de agosto de 2025 a las 10:55
Descubre el Expresionismo Emocional de Lalo Sánchez
Adentrarse en el taller de Lalo Sánchez del Valle es como sumergirse en el corazón mismo de la creación, un espacio donde las emociones toman forma y se plasman en lienzos vibrantes. No hay bocetos previos, no hay planes meticulosamente trazados. Solo la energía bruta del momento, la danza improvisada del pincel y la entrega absoluta a la vivencia interna. Sánchez del Valle, este artista mexicano nacido en el corazón de la Ciudad de México en 1968, ha encontrado en la expresión gestual su lenguaje predilecto, un canal a través del cual vierte la intensidad de sus emociones, transformando la tela en un espejo del alma.
Imaginen la escena: un lienzo en blanco, la tensión palpable en el aire, el artista frente a él, como un torero ante la bravura del toro. No hay miedo, solo la certeza de que algo extraordinario está a punto de suceder. El pincel se convierte en una extensión de su ser, un instrumento para canalizar la fuerza vital que lo recorre. Los trazos gruesos, las texturas intensas, los accidentes fortuitos, todo converge en una sinfonía visual que nos habla de la lucha interna, de la búsqueda constante de la verdad emocional. No se trata de representar la realidad, sino de plasmar la esencia misma de la experiencia humana.
Su reciente exposición en Varsovia, en el Jardín Escultórico Juan Soriano, nos ofrece una ventana a este universo personal, un conjunto de veinte piezas que respiran la fuerza del expresionismo gestual. Y mientras su obra continúa cautivando miradas en Polonia y Bélgica, Sánchez del Valle se prepara para un nuevo viaje, una nueva aventura creativa en la lejana China. Su arte trasciende fronteras, conecta con lo más profundo del ser humano, sin importar la lengua o la cultura.
Pero su camino no ha sido fácil. A pesar de su innata inclinación hacia el dibujo, las circunstancias lo llevaron a estudiar Administración. Sin embargo, el destino, como un pincel invisible, lo guió de regreso al arte, encontrando en él un refugio, un bálsamo para las migrañas que lo aquejaban. Una beca en París a finales de los 90 consolidó su vocación, marcando un punto de inflexión en su trayectoria.
Sánchez del Valle no se define como parte de un movimiento específico, pero reconoce la influencia de grandes maestros como Picasso, Pollock, De Kooning, así como de los mexicanos Orozco, Tamayo y Siqueiros. Para él, la maestría técnica es fundamental, la base sólida sobre la cual se construye la verdadera expresión artística. "El artista tiene que tener bases, dominar el dibujo, las técnicas", afirma con convicción. Y es precisamente esa solidez técnica la que le permite liberar su fuerza creativa, transformando la emoción en arte, el lienzo en un testimonio vivo de la experiencia humana. Su obra es un grito silencioso, una danza frenética de colores y texturas, una invitación a conectar con la propia emoción, a explorar las profundidades del ser.
Fuente: El Heraldo de México