
4 de agosto de 2025 a las 09:30
¿Colaborar o limpiar? Tú decides.
La reciente polémica desatada por las declaraciones de un futbolista, más allá del ruido mediático, nos invita a una reflexión profunda sobre la dinámica familiar en la actualidad. ¿Estamos realmente construyendo hogares basados en el trabajo en equipo, o seguimos perpetuando roles predefinidos que limitan nuestra libertad y desarrollo personal?
Es crucial cuestionarnos si las decisiones que tomamos en el ámbito doméstico se basan en la libre elección o en mandatos sociales heredados. La dignidad humana, inherente a cada individuo, no debería estar condicionada por el género o las tareas que desempeña dentro del hogar. Proveer económicamente no define la masculinidad, así como las labores del hogar no son exclusivas del género femenino. Necesitamos trascender estas etiquetas y construir relaciones basadas en la corresponsabilidad, donde cada miembro de la familia aporte desde sus capacidades y deseos.
La autonomía económica de la mujer y la presencia activa del hombre en las tareas domésticas son pilares fundamentales para una sociedad más justa e igualitaria. Hablamos de seres humanos integrales, capaces de tomar decisiones conjuntas, de compartir responsabilidades y de construir un hogar basado en el respeto y la colaboración mutua.
La diversidad familiar es una realidad. Familias conservadoras, madres trabajadoras con padres cuidadores, parejas que comparten todas las responsabilidades… Todas estas formas son válidas, siempre y cuando se construyan desde la libertad y el amor, sin imposiciones ni menosprecio del rol que cada uno elige desempeñar. No existe un único modelo de familia, y la clave reside en el respeto a las decisiones individuales y a las circunstancias particulares de cada hogar.
Para inspirar a las nuevas generaciones a formar familias, es necesario dejar atrás las disputas ideológicas y abrazar la diversidad. Debemos comprender que existen múltiples maneras de construir una familia, y que todas ellas, si se basan en la unión, el trabajo en equipo, la fuerza y el respeto, son igualmente válidas. La dignidad y la libertad para desarrollar la vocación personal, dentro o fuera del hogar, son esenciales para el bienestar individual y familiar.
Es tiempo de construir relaciones horizontales, sin jerarquías, donde el amor se nutra de acuerdos y la corresponsabilidad sea el motor del día a día. El valor de cada miembro de la familia no se mide por su aporte económico, sino por su compromiso y su participación activa en la construcción de un hogar.
El verdadero equilibrio no se encuentra en la competencia, sino en la comprensión de que sostener una familia es una tarea compartida, un trabajo en equipo donde cada aporte es valioso y visible. No se trata de renunciar a las tradiciones, sino de transformarlas con justicia, dignidad y amor. El objetivo no es simplemente limpiar o proveer, sino construir un equipo sólido, un hogar donde cada miembro se sienta valorado y libre de desarrollar su potencial. En definitiva, se trata de construir familias chingonas, llenas de amor, respeto y libertad.
Fuente: El Heraldo de México