
4 de agosto de 2025 a las 21:40
Alerta vial: Bloqueo intermitente México-Puebla
La desesperación se palpa en el aire, espesa y fría como la niebla que a veces cubre la autopista México-Puebla. El rugido de los motores se mezcla con los gritos de justicia, con el llanto contenido de una familia que busca a uno de los suyos. Diego Hernández Chávez, un joven de apenas 20 años, se desvaneció en el aire el pasado 23 de mayo. Como cada día, se dirigía a su trabajo en Chalco, Estado de México, un trayecto que había realizado incontables veces. Pero ese día, Diego nunca llegó a su destino.
La incertidumbre se ha convertido en la compañera inseparable de la familia Hernández Chávez. Los días se transforman en semanas, las semanas en un tormento interminable. Han recorrido hospitales, ministerios públicos, han pegado carteles con la fotografía de Diego en cada poste, en cada muro, con la esperanza de que alguien, en algún lugar, tenga alguna pista que los conduzca a él. Han llamado a amigos, conocidos, incluso a personas con las que Diego apenas había intercambiado unas palabras. Cualquier información, por pequeña que sea, podría ser la clave para encontrarlo.
Pero el silencio de las autoridades es ensordecedor. A pesar de las denuncias interpuestas, la respuesta ha sido la misma: una fría indiferencia que les congela el alma. La carpeta de investigación parece estar estancada, las pesquisas no avanzan, y la angustia de la familia crece con cada minuto que pasa. Sienten que están solos en esta lucha, abandonados a su suerte en un laberinto burocrático sin salida.
Ante la falta de respuestas, la familia Hernández Chávez ha decidido tomar las calles, hacer oír su voz, exigir que se haga justicia. Han optado por una medida desesperada: bloqueos intermitentes en la autopista México-Puebla, en su entronque con la carretera Cuautla-Chalco, el mismo camino que Diego recorría cada día para ir a trabajar. El clamor de justicia resuena en el asfalto, un grito desgarrador que busca romper la barrera de la indiferencia.
Los automovilistas, atrapados en el embotellamiento, son testigos silenciosos del dolor de esta familia. Algunos muestran su solidaridad con un gesto de comprensión, otros manifiestan su impaciencia por la interrupción del tráfico. Pero la familia Hernández Chávez no se rendirá. Continuarán con su protesta hasta que las autoridades les den una respuesta, hasta que se active la búsqueda de Diego con la urgencia que el caso amerita.
La imagen de Diego, con su sonrisa juvenil y su mirada llena de sueños, está presente en cada pancarta, en cada grito de auxilio. Su ausencia ha dejado un vacío inmenso en el corazón de su familia, un vacío que solo se llenará con su regreso. La autopista México-Puebla se ha convertido en el escenario de su lucha, en el símbolo de su esperanza. Mientras tanto, el tiempo sigue corriendo, y cada minuto que pasa es una puñalada en el alma de quienes esperan el regreso de Diego.
Fuente: El Heraldo de México